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Regreso a la aldea de Astérix para un funeral

Muere a los 92 años Albert Uderzo, el dibujante del galo que invadió el mundo con 380 millones de ejemplares

El dibujante, con sus personajes.

Murió el dibujante de Astérix, Albert Uderzo, a los 92 años de un infarto. La Francia del coronavirus manifiesta con pompa mediática el luto por su oficial y caballero de la Legión de Honor, un multimillonario gigante del cómic europeo.

Se han vendido 380 millones de álbumes de Astérix. España es uno de los países a los que llegó más pronto y con más éxito. Rebusque en casa estos días que hay tiempo y es posible que aparezca alguna historia de este galo patriotero que imaginaron el judío francés, René Goscinny, hijo de polacos, crecido en Buenos Aires, emigrado a Estados Unidos y empleado en Bélgica y el italiano Alberto Aleandro Uderzo, nacionalizado francés a los 7 años y llamado Albert.

Relea la famosísima introducción de las aventuras del galo, que suceden en el año 50 antes de Jesucristo, en una aldea poblada por irreductibles galos. Normando de nacimiento, Uderzo situó la aldea en Bretaña porque allí pasó la guerra mundial, en una granja de Côtes-du-Nord, donde su padre tenía un negocio de muebles.

Uderzo descubrió los comics en "Le petit Parisien", que publicaba las tiras del ratón Mickey que Floyd Gottfredson dibujaba sobre el personaje de Walt Disney, legendarias por su vivacidad y su gracia plástica y argumental. Influyeron mucho en el estilo de Uderzo, un dibujante muy dotado que a los 14 años dejó de ser inédito y a los 18 se ganaba la vida en un estudio de animación y en una revista de historietas del París liberado.

Disney, las películas de Laurel y Hardy y los tebeos fueron tres de las pasiones compartidas con René Goscinny, un dibujante mediano, un humorista excepcional que había regresado de Estados Unidos fascinado por la revista "Mad". Se conocieron en 1951. Su amistad fue un flechazo personal y artístico. Compartieron agencia en los Campos Elíseos, revistas, personajes de menor suerte, reivindicaciones sindicales por la propiedad de los personajes, despidos y dimisiones subsiguientes y aventuras editoriales como la revista "Pilote".

Goscinny dirigía "Pilote" y Uderzo dibujaba dos series: una en estilo realista centrada en los pilotos de "Mirage" Tanguy y Laverdure; otra en estilo humorístico con la que querían reírse de la historia como explicaba en las escuelas francesas, protagonizada por los aldeanos galos Astérix y Obélix.

Antes de Astérix, Uderzo era un buen dibujante con el tablero en segunda fila. El cómic en francés se hacía en la Bélgica de cultura valona y él estaba en Francia, en el otro extremo de la línea clara de Hergé, el gran modelo, y por detrás de la expresividad de Franquin (Spirou) y de la personalidad de Morris (Lucky Luke). Era un treintañero casado y con una hija de tres años domiciliado en el tercer piso de una vivienda social de Bobingny, un barrio de las afueras de París que estaba doblando su población.

Desde 2009 hay una placa en ese número 3 de la rue de Rameau de la población que hoy se conoce como Seine-Saint Denis, porque allí dibujó esas legiones romanas que avanzan implacables entre cascos de galos desparramados, la soberbia rendición de Vercingetórix, arrojando sus armas de pesado metal a los pies de César, calzados por sandalias -¡Ayyy!-, la toma de toda la Galia y la aparición de un galo pelirrojo y gordo, (ejem, fuerte) con un menhir a la espalda y de otro bajito, rubio, con bigotón y casco alado que, después de una viñeta de onomatopeyas de bofetadas, deja cuatro soldados maltrechos en un bosque de Armórica.

Diez años después, Astérix desplazó el eje del cómic en francés desde Bélgica a Francia, consagró el formato álbum, su revista "Pilote" se convirtió en una cabecera de historietas para adultos y los antes reivindicativos Goscinny y Uderzo eran vistos como "vendidos al patrón" por la nueva generación de dibujantes que abrazaba la revolución de mayo de 1968. Uderzo y su familia se mudaron a Neuilly-sur-Seine, en el noroeste de París, una de las cinco zonas residenciales más caras de Francia. Uderzo era entonces el dibujante en esplendor de "Astérix en Hispania", un genio de la expresividad, el movimiento y la mímica al servicio de un dibujo humorístico capaz de recrear la Roma clásica y los paisajes de los países que visitan los galos.

La nueva rutina de la riqueza, del álbum anual de Astérix, de los beneficios que daban las figuritas de plástico, de abrir los estudios Idéfix para pasarlo a animación, reventó cuando colapsó el corazón de Goscinny mientras hacía una prueba de esfuerzo en la consulta. Uderzo pasó un día sentado cuando supo la noticia.

Para el arte, lo mejor de Astérix ya estaba en esos 24 álbumes, pero para la industria, lo mejor estaba aún por venir. La edición en 111 lenguas el parque de Astérix en la norteña región de Picardía, que todavía el año pasado recibió más de dos millones de visitas; las ocho películas de animación convencional y digital y las cuatro interpretadas por las estrellas del cine francés, los videojuegos, los homenajes, la bibliografía...

Uderzo escribió el guion de 8 álbumes más y cedió los trastos en 2013 a Jean-Yves Ferri y Didier Conrad para que siguieran la serie arrimados a su estilo. Los cuatro álbumes que han hecho salen simultáneamente en el mundo con tiradas millonarias y remueven el catálogo clásico, menos rancio que lo nuevo.

Pero los años de la fortuna también han sido los de una litigiosidad constante. Empezó poco antes de la muerte de Goscinny, cuando deshicieron el contrato con Dargaud, lo que puso en jaque a la editorial y acabó en 1986 con una sentencia a favor de los autores por valor de 5,5 millones de francos por daños e intereses.

"Astérix en los juzgados" siguió con la venta de ediciones Albert-René al grupo Hachette en 2008 porque le enfrentó a su hija Sylvie, que durante 20 años había sido gerente y accionista. Durante siete años Sylvie Uderzo y su esposo, Bernard de Choisy, despedidos por la empresa, se enfrentaron a Uderzo y a la hija de Goscinny por los beneficios de un negocio de decenas de millones de euros. Primero se resistieron a vender sus acciones, después se querellaron por abuso de confianza del entorno sobre su padre, luego por falso testimonio? Uderzo y su esposa se querellaron contra su hija y su yerno por violencia psicológica. No hubo tregua hasta el 26 de septiembre de 2014, cuando el Tribunal de apelación de Versalles falló en contra de Sylvie. Ese día padre e hija anunciaron su reconciliación y cerraron el culebrón judicial.

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