En la mayor fiesta pagana del mundo, la de la samba y el derroche de sensualidad, un grupo de ángeles pasea vigilante entre la multitud con un arduo objetivo: combatir el acoso sexual a las mujeres en el carnaval de Brasil. Alessandra, Paola, Natalia o Isabelly no llevan alas, ni aureolas sobre sus cabezas, pero sí tatuajes de "no es no", pegatinas con el lema "mi cuerpo, mis reglas" y preservativos para repartir.

Son las armas que tienen estas "voluntarias de la guarda" para cohibir cualquier tipo de violencia contra la mujer, concienciar contra esta epidemia y, en casos extremos, intervenir cuando se produzca algún abuso. Lucen una camiseta amarilla en la que se puede leer en la parte delantera "fuerza especial contra el acoso" y en la trasera, "estoy aquí para ayudarte".

"Tenemos la misión de intentar ayudar a las chicas que están en una situación vulnerable, que bebieron de más, o en fin, que pasaron por una situación de acoso. Vamos allí, las escuchamos y las intentamos llevar a un lugar seguro", explica Alessandra Petraglia, periodista de 26 años.

Esta iniciativa de los "ángeles del carnaval" empezó en 2019 en Sao Paulo, impulsada por la Alcaldía y otros actores como el portal 'Catraca Livre', y este año se ha extendido a otras grandes ciudades de Brasil como Río de Janeiro, Belo Horizonte, Recife y Salvador. El sábado, un batallón de estos ángeles se concentró en el centro de la capital paulista, donde muchos de los 'blocos' arrastran estos días a millones de personas a las calles.