El director de cine y televisión Narciso Ibáñez Serrador, creador de formatos revolucionarios en España como el concurso "Un, dos, tres..." o "Historias para no dormir", falleció ayer a los 83 años de edad. Ibáñez Serrador (Montevideo, Uruguay, 4 de julio de 1935), conocido como "Chicho", padecía una enfermedad degenerativa y su estado de salud era ya muy delicado cuando fue ingresado hace unos días en un hospital madrileño a consecuencia de una infección. La Academia de Cine y la de Televisión, el presidente en funciones y los líderes de los principales partidos políticos se unieron a las condolencias.

La capilla ardiente se instaló en el tanatorio de la M-30 de Madrid y está previsto que el féretro con sus restos mortales salga mañana rumbo a Granada para recibir sepultura en el cementerio de San José, donde está enterrada su madre, cumpliendo así el deseo del realizador.

En su última aparición pública, al recoger el Goya de Honor en enero pasado, renegó del título de maestro. "Me parecía excesivo", dijo, flanqueado por sus hijos, aunque admitió que era emocionante pensar que su trabajo "sirvió de escalón a otros".

Su mayor popularidad y reconocimiento se debe a la televisión. Desde la pequeña pantalla convirtió cada viernes en una auténtica fiesta con el "Un, dos, tres...", que se mantuvo en antena durante 33 años -22 de ellos ininterrumpidamente-, batiendo récords de audiencia con un formato que fusionaba conceptos de un modo nunca visto.

Su otra gran aportación fue divulgar el género fantástico y de terror. Con "Historias para no dormir" -emitido entre 1966 y 1968, y en una segunda etapa en 1982- congregó a un público ávido de suspense en plena España franquista.

Ibáñez Serrador adaptaba, dirigía y presentaba cada entrega con una personal introducción, inspirada en lo que hacía Alfred Hitchcock en la televisión británica. La mayoría eran adaptaciones de célebres escritores, desde Ray Bradbury a Edgar Allan Poe, pero también dirigió guiones propios.

También llevaron su sello otros programas innovadores como el concurso sobre el mundo animal "Waku Waku", estrenado en 1989 en TVE con Consuelo García Berlanga, o el primer programa sobre divulgación de sexo de la televisión pública, "Hablemos de sexo" (1990), conducido por Elena Ochoa.

Para el cine estrenó solo dos películas, también de terror, "La residencia" (1969) y "¿Quién puede matar a un niño?" (1976), pero su influencia fue enorme y sirvió de inspiración a toda una generación de cineastas que han traspasado fronteras, desde Álex de la Iglesia a J.A. Bayona o Alejandro Amenábar. Muchos de ellos, que participaron en el homenaje que preparó la Academia de Cine con motivo del Goya de Honor, volvieron a recordarle ayer y a llevarle la contraria en lo que se refiere a la consideración de "maestro".

Álex de la Iglesia lo calificó como "genio" y "padre cinematográfico de la generación Sitges", en la que él se incluye, en referencia a los fanáticos del cine de suspense y terror congregados en torno al Festival de Sitges. "Su trabajo no ha sido suficientemente reconocido por su generación y hemos tomado esa labor los que veníamos detrás, tomándolo como ejemplo de falta de trascendencia, de amistad con el público y de amor al genero", dijo el director de "El día de la bestia" o "La comunidad".

Miriam Díaz-Aroca, que presentó "Un, dos, tres..." entre 1991 y 1993 junto a Jordi Estadella, le atribuye "una clarividencia más allá de lo normal, una capacidad de creatividad infinita y un detector para lo que le gustaba a la gente". Para Marsó, trabajar como una de las icónicas azafatas del programa fue un trampolín profesional. "Entendía mucho de teatro, de televisión y de espectáculo musical", subrayó.

Los premios que su trayectoria merecía le llegaron tardíamente, por el conjunto de su carrera. Y eso que a nivel internacional sí se le había premiado. En 1965 consiguió el primer premio internacional en la historia de TVE con "El último reloj", una adaptación del relato de Edgard Allan Poe, La Ninfa de Oro del Festival de Montercarlo.

Pero en España, como es habitual, los premios tardaron en llegar. En 2001, el Premio a "Toda una Vida" de la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión; en 2003 el Ondas de Televisión; en 2019 el Premio Nacional de Televisión; en 2017 el Premio Feroz de Honor y en 2019 el Goya de Honor. El Goya lo recibió hace solo cuatro meses, y hace dos años, la Asociación de Periodistas Cinematográficos quiso llenar ese vacío con el Premio Feroz de Honor, que recibió emocionado y dando muestras de su inteligencia. "Es terrible ver tantas caras, muchas de amigos, mirándome, tantas caras porque a la mayoría no los conozco pero prometo presentarme a ellos y hacer un trabajo más, una peli más o algo de televisión, no sé, si quieren", dijo entre los aplausos de los asistentes.