Hasta las 3.00 de la madrugada del lunes no se escuchó ni un suspiro en Faltauz, una pequeña aldea de apenas 350 habitantes situada cuatro horas al sur de El Cairo, en la que habitualmente los viandantes caminan sin hacer mucho ruido entre burros y rebaños de ovejas.

Entonces, en el otro lado del planeta, en Los Ángeles, el nombre de Rami Malek salía de los labios de Gary Oldman y Allison Janney y el pueblo entero retumbó de alegría mientras el primo de muchos de los allí sentados subía a recoger el Óscar a mejor actor por su actuación en la película "Bohemian Rhapsody". "Festejamos con galletas y refresco, también con petardos que habíamos comprado antes porque teníamos la esperanza de que consiguiera el premio", confiesa a Efe Ezam Fauzi Malek, primo del actor.

Faltauz, una diminuta aldea de la provincia de Minia, en el centro de Egipto, fue la casa de los padres de Malek hasta que decidieron emigrar a California en 1978.

La aldea, de mayoría copta, apenas cuenta cuatro calles sin asfaltar adornadas con cruces y pintadas dedicadas a Jesucristo, en las que nunca se oye nada tras la puesta del sol. La madrugada del lunes fue una excepción.