El debate sobre si Netflix matará o salvará a la industria del cine entró de pleno en la Berlinale con la proyección de "Elisa y Marcela", dirigida por la española Isabel Coixet y una de los 16 aspirantes al Oso de Oro de la 69.ª edición del festival. La presentación de la cinta, en torno a dos mujeres que logran casarse en la Galicia católica de 1901, quedó marcada por la carta de un colectivo de exhibidores de cine alemán, que exigía la exclusión de esa película de la lucha por los premios por haber participado esa productora. "Puedo entender las razones de quienes consideran a Netflix una amenaza. Pero no puedo compartir que, en nombre de la cultura, se pretenda excluirnos de la competición", explicó Coixet sobre las presiones de los exhibidores alemanes, que dicen representar a 160 salas de cine. La Berlinale es, en realidad, uno de los últimos grandes festivales europeos que se abren a filmes producidos por Netflix para su sección oficial. El gran precedente es "Roma", la exitosa película del mexicano Alfonso Cuarón, firme aspirante a los Óscar -"es la mejor de todas", dijo Coixet-, después de haber triunfado en Venecia y en otros galardones internacionales, como los Globos de Oro y los Bafta británicos. Un éxito en Venecia que le llegó tras ser rechazado el filme en el Festival de Cannes, que se plegó a las críticas de los exhibidores franceses y decidió que solo podrían participar en las competiciones las películas que llegaran a las salas de cine de Francia. Eso provocó la huida de Netflix, cuyas películas fueron acogidas sin reparos por Venecia y que también han encontrado hueco en la competición berlinesa.