El santuario de Covadonga de Asturias recibió ayer a los Reyes de España y a sus hijas. En la primera visita oficial de la princesa Leonor, su "puesta de largo" como heredera de la Corona, volvió a ocurrir lo mismo que en anteriores viajes de su padre: el temor a las aglomeraciones provocó que acudieran un millar de personas a la cita de ayer, donde coincidían tres centenarios, el primero de la coronación canónica de la Virgen y del parque nacional de la Montaña de Covadonga y el decimotercero del Reino de Asturias. La Familia Real llegó a Covadonga con 26 minutos de retraso. Fue recibida por las autoridades políticas y religiosas, entre vítores al Rey y a España del público. El primer destino del día fue la santa cueva. Una breve parada frente al túmulo del Rey Pelayo precedió al saludo de los cuatro visitantes desde la balconada de la gruta.

Los Reyes, la Princesa y la Infanta se trasladaron a continuación en coche hasta la basílica, lo que generó desilusión entre los presentes. La Reina intentaba explicar por gestos desde el vehículo que se detendrían a saludar tras la misa, en la que participaron once obispos y arzobispos. "Que María de Covadonga proteja a esta querida Familia Real en un momento decisivo y delicado para España", dijo el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, quien hizo entrega a los Reyes de la medalla conmemorativa del centenario de la coronación canónica de la Santina y obsequió a la Princesa y la Infanta con sendas medallas de la Virgen que mostraban en su reverso la Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias. Concluida la Eucaristía, dos niños realizaron una ofrenda floral al pie de la estatua de Don Pelayo y la Familia Real.

A las 14.00 horas los Reyes y sus hijas se encaminaron hacia el Museo del santuario, parándose a saludar a los presentes: el Rey y la infanta Sofía por un lado, la Reina y la princesa por otro. En el Museo, la Familia Real visitó la exposición de las pinturas de los reyes y reinas de Asturias, para luego participar en un cóctel junto a los invitados VIP en el Gran Hotel Pelayo. Después inauguraron en los Lagos el Mirador de la Princesa y las niñas recibieron una yegua de la montaña asturiana como regalo a la que bautizaron como Xana. Ayudados por varas de avellano con inscripciones grabadas para la ocasión, los cuatro subieron por un sendero hasta el mirador de piedra, a 1.050 metros de altitud, desde donde han podido contemplar una vista privilegiada del lago Enol mientras el Rey sugería a los responsables del Parque un futuro "mirador de la infanta", en un guiño a su hija Sofía.