Hablar con Antonio Durán "Morris" es hacerlo con uno de los actores gallegos más conocidos y reconocidos. Ahora también a nivel nacional, tras haber dado vida a Manuel Charlín en la popular serie "Fariña". Entre sus últimos trabajos se encuentra un pequeño papel en la película "A estación violenta", de la directora pontevedresa Anxos Fazáns y la productora Matriuska. En la cinta, en cartelera actualmente en los cines gallegos, comparte protagonismo con actores como Nerea Barros, Alberto Rolán y Xosé Barato.

-En esta película hace de camello del protagonista. ¿Cómo es su personaje?

-Bueno, no es exactamente un camello. Digamos que sí es lo más relevante del personaje, es una profesor de los jóvenes protagonistas. Es un hombre que vive la vida a tope y consume. También les pasa drogas. Yo también tengo cierto recuerdo de personajes así en el teatro, cuando era joven, algún profesor de Filosofía que coqueteaba con las drogas... Pero su historia es mucho más potente que eso. Tiene una relación personal con ello. Es un personaje que se adivina que tuvo relación con todos ellos. Es el único nexo de unión entre esta pandilla cuando quieren retroceder a aquel verano de su juventud.

-¿Cómo llegó a usted este papel?

-Me llamó Dani Froiz un día y me dijo que estaban pensando en mí. Me dio el guión y después ya me entrevisté con Anxos Fazáns. Conectamos bastante. Es una película un tanto fatalista, contemplativa.Conectamos sobre todo sobre mi visión del personaje, que iba mucho más allá del trapicheo. Es una película pequeña.

-¿Es difícil tomar la decisión de participar en el debut de una directora, como lo es Anxos Fazáns, siendo un actor reconocido?

-No, porque no sé por qué razón las últimas cosas que hice fueron con óperas primas: "Dhogs", de Andrés Goteira; "El pacto", de David Victori... Es un placer porque la mezcla de generaciones está muy bien. Tienen más en cuenta tus opiniones.

-También le aportarán algo a usted...

-Claro, claro que me aportan. Sus visiones son más impetuosas, menos acabadas fílmicamente, pero con mucha calidad. Me sorprenden los debates que tienen, por ejemplo, sobre la vida y la muerte, siendo tan jóvenes.

-Los últimos años habrán sido muy reconfortantes en su carrera: tres premios Mestre Mateo, el éxito de "A Esmorga", "Fariña"... ¿Cómo le han sentado?

-Pues muy bien, porque me han dado la oportunidad de acceder a proyectos suculentos, potentes. Son proyectos que te llegan al corazón, te hacen sentir muy vivo porque cuentan historias de verdad y no simplemente entretienen. Te metes en historias que tienen que ver con la propia vida y dan visiones distintas. Los últimos años han sido muy movidos. Ahora estoy con teatro. Me siento vivo. Esa es la palabra.

-Este es el momento de la tópica pregunta: ¿en qué medio se siente más cómodo?

-Hace años, como nacía en el teatro, decía que el teatro siempre. Tiene esa parte de choque con el lector, es un lenguaje muy fuerte; la adrenalina que te da un directo no lo puede sustituir nada. Pero ahora digo que con el mejor proyecto de los tres: teatro, cine o televisión.

-El público, acostumbrado al Morris cómico, también ha descubierto a un actor que borda los papeles dramáticos. ¿Estaba harto del cliché de cómico?

-Me llegó a ocurrir que en Galicia seguía haciendo comedia y que fuera de aquí, a partir de "Princesas", todo lo que me ofrecían eran dramas, tragedias, tipos extraños, papeles extremos... Caigo o en la comedia o en los papeles extremos. Ahora toco todos los palos, y eso me gusta. Me desencasillé. La comedia me da más miedo incluso, porque necesita un derroche de energía tan grande y tiene que estar tan bien escrita... En el drama me siento cómodo, pero también es cierto que tengo una mirada potente, dura, que una vez que me la saben filmar y utilizar provoca sensaciones.

-Tras la emisión completa de "Fariña", ya puede confesar si le ha sorprendido el éxito de la serie.

-En Galicia sí que lo esperaba, pero fuera tenía mis dudas sobre cómo la recibirían. Sabía que sería una serie distinta, sin una gran historia de amor y contando una historia real, una crónica de diez años. Por calidad sabía que iba a tener buena respuesta. Estoy muy contento con eso, no solo a nivel personal, sino colectivo. Fue el foco de atención del audiovisual gallego en toda España. Incluso sigo esperando cosas, porque supongo que pasará por Netflix. La conexión en la calle con la gente fue acojonante. Sobre todo porque estaba muy bien retratada aquella época.

-¿Por qué momento pasa el audiovisual gallego?

-Creo que pasamos por muy buen momento, pero igual nos falta promoción, sobre todo dentro de Galicia. Creo que se está disfrutando más de nuestro audiovisual fuera que aquí. Nos falta triunfar para Galicia, hacer las cosas para aquí, que nos enorgullezcan. Parece increíble, pero tengo esa sensación.

-¿El eterno complejo del gallego?

-Hay algo. Ya lo he dicho en alguna ocasión, que el día en que a los gallegos nos encante Galicia nos habrá tocado la lotería. Vaca está con una superproducción que va a ser la hostia: "La sombra de la ley", "Dhogs" es una peli fantástica... Tenemos un poco de todo: directores mayores, jóvenes, empiezan a despuntar las mujeres... y sin contar toda la gente que tenemos por ahí repartida que forma parte de este audiovisual. No existen los de fuera y los de dentro, existe el audiovisual gallego.

-Y grandes actores...

-¡Sí, hombre! Tenemos un star system de puta madre, que fuera alucinan. Tenemos un plantel de primera, tanto de actrices, actores, ayudantes de dirección, directores... Es un momento envidiable a nivel interno. El mejor.

-¿En qué está trabajando ahora?

-Estoy pendiente de algunos proyectos que puedan salir a partir de septiembre.Lo más inmediato es la obra de teatro "A leituga". Para julio tengo pendiente el estreno de "El pacto", con Belén Rueda y Darío Grandinetti.