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El vestidor

Lindsay Lohan anda de arriba abajo en los front rows de la MBFWM. La exniña mala ha descubierto que le gusta el made in Spain tanto o más que a Marta Sánchez, que está como loca por volverse de Miami (a Mariló Montero aún le dura la fascinación por la american way of life aunque también cree eso de los limones y los trasplantes). Le pirra la moda española, le pierde la noche madrileña, le va la troupe almodovariana y es fan de los grandes líderes del país. Esto es, Jorge Javier y Mariano. En Instagram -aunque solo sea por aquello de donde fueres haz lo que vieres- sigue con igual fruición los selfies de Lady Gaga que los de Justin Bieber y los de Rajoy. Pero tampoco puede una fiarse mucho. A lo mejor Lindsay no estaba realmente interesada en el presidente del gobierno. Algunos dicen que Mariano y el director de Vikingos, Michael Hirst, son de esos casos de separados al nacer. Piensen que la estrella estadounidense quiso taggear al diseñador coruñés Jorge Vázquez y en su lugar etiquetó al presentador de Sálvame. Y él, más contento que unas pascuas. Por el salto internacional. Pudo haber sido otro. Vázquez es un apellido bastante frecuente. Doppelganger.

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