| A la gesta de Sergio García, inesperado ganador del Masters de Augusta de golf, le siguió una celebración a la altura. Por invitados, con su amigo Luis Figo a la cabeza, y por medios, con el mismísimo José Andrés gobernando la cocina de la casa que servía de cuartel general de Sergio García en su asalto definitivo a la chaqueta verde. Pero a la fiesta le faltó un ingrediente: la paella. Un plato indispensable para el golfista castellonense que el chef no pudo "embocar", usando la jerga golfística, porque el butano de la cocina augusta no tiraba. Pese al revés, el chef, buen amigo de García, no perdía la sonrisa y prometía volver en la edición de 2018, para hacer la cena en la mismísima cocina del Augusta National Golf Club, según confesaba a "El País". La ausencia de la paella, en todo caso, no empañó una celebración regada con champán en la que brillaron los productos españoles -desde el jamón ibérico hasta el vino rioja pasando por los pimientos del piquillo, con una concesión al jugoso chuletón de buey australiano- y que se alargó hasta la madrugada. No era para menos: García, antaño gran promesa del golf español, ha tenido que esperar hasta los 37 años para ganar su primer gran torneo.