Samsung presentó ayer sus nuevos teléfonos inteligentes de gama alta Galaxy S8 y S8+, con pantallas de 5,8 y 6,2 pulgadas que acaparan casi toda la superficie y en los que debuta el asistente personal Bixby.

La tecnológica surcoreana desveló en Nueva York los detalles de sus nuevos terminales estrella, con los que quiere dejar atrás las nubes negras causadas por el escándalo del Galaxy Note 7, el "phablet" que tuvo que retirar del mercado por un problema de ignición de sus baterías. "Ha sido un reto de año para Samsung", dijo el presidente de la división móvil, DJ Koh, quien destacó que hay que ser humildes a la hora de aprender de los errores para superarlos y que el Galaxy S8 supone "un importante nuevo comienzo" y que existe "un nuevo compromiso con la seguridad, la calidad y la producción cuidada".

Las pantallas, de 5,8 pulgadas para el S8 y de 6,2 para el S8+, son la característica más destacada. Para lograr un tamaño que sea manejable con una sola mano, la tecnológica ha reducido casi por completo los marcos horizontales -verticales no tiene-, ha optado por un formato 18,5:9 y ha eliminado el botón de menú -en la pantalla se ha habilitado una zona sensible a la presión que hace las mismas funciones-.

Cuenta con HDR+ y una resolución de 2.960 x 1.440 píxeles y permite que el usuario divida la pantalla para realizar dos tareas a la vez: como enviar un mensaje mientras ve un vídeo.

Con una pantalla monopolizadora, bordes laterales curvos y esquinas redondeadas, la firma sostiene que el S8 es el dispositivo "más bello" que ha fabricado hasta la fecha.

"Entramos en una nueva era de teléfonos inteligentes sin bordes ni límites", sostuvo Koh, que añadió que lo que hoy es extraordinario el día de mañana se convertirá en habitual.