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Viruca Yebra: "Jesús Gil me puso cuatro querellas y las gané todas"

La periodista gallega, afincada en Marbella, amiga de Gunilla y de Ana Pastor, asegura que la crónica social ha muerto

La periodista Viruca Yebra.

La periodista y empresaria Viruca Yebra (Sarria, Lugo), afincada en Marbella, donde ha sido cronista y testigo privilegiada de los años dorados de la ciudad y también del declive que trajo el "gilismo", presenta su primer libro: "El fuego del flamboyán".

Yebra, que recibió cuatro querellas de Jesús Gil, todas ganadas, aborda en la novela, editada por Almuzara, la editorial del exministro Manuel Pimentel, una historia de ida y vuelta, de emigrantes gallegos en Cuba, en parte inspirada en episodios familiares.

Viruca Yebra, que firmaba sus crónicas como Elvira Yebra, fundó el Club Internacional de Marbella, centro cultural por el que han pasado desde Mario Vargas, un buen amigo, hasta José María Aznar, Gonzalo Torrente Ballester o Mariano Rajoy. Y es que la agenda de esta periodista y escritora es tan amplia como inmensa es esa Marbella en la que se quedó tras casarse con el abogado Ricardo Bocanegra, perteneciente a una influyente familia de la localidad malagueña. "Hay muchas Marbella, pero la de la alta sociedad y las fiestas vive allí en verano, aunque ahora, a pesar de que hay gente muy rica, las cosas son diferentes; el rico de ahora gasta más y mejor el dinero que el de antes, en cambio se han perdido otras cosas", explica la escritora.

Lo dice la periodista a la que en cierta ocasión su director le pidió explicaciones por no haber nombrado a Belén Esteban, presente en una fiesta a la que ella también acudió. "La crónica social ya no existe, ahora se cuentan historias de 'gentucerío'; se está dando pábulo a gente sin formación, sin valores ni atractivo, con poco que decir, a mí eso no me interesa", señala.

Distinto era cuando Gunilla von Bismarck entraba en la fiesta vestida como una diosa griega, "a Gunilla aún la tenemos, a Dios gracias, pero sale menos; la felicitación que me mandó por Navidad es una foto con sus nietos, que son muy morenitos, a los que llama 'mis gitanos', ella es única, como lo eran Jaime de Mora o Alfonso de Hohenlohe. Aquella Marbella de la gente guapa de verdad, de abolengo y de clase ha dejado de existir, como ha ocurrido también en la Costa Azul y en todas partes", sentencia.

Pero algo queda, y entre las noticias que han sacudido el panorama español en el último año está la relación entre Isabel Preysler, otra asidua de Marbella, y Mario Vargas Llosa, un romance que a Viruca Yebra no le sorprendió. "A ella la he tratado poco, pero a él y a su exmujer, Patricia, que es estupenda, sí, y yo creo que ellos, aunque de manera platónica, siempre se han gustado, lo que pasa es que Isabel estaba casada con Boyer, al que quiso muchísimo, y él con Patricia, que es una gran señora de la que habrá sido difícil separarse".

Y ahí zanja el asunto con delicadeza y contundencia. Una mano de hierro en guante de seda que añora aquellas fiestas con comida preparada "comme il faut", en las cocinas de la casas, servida por el personal doméstico, no de catering como es normal ahora, "en todas las casas de Marbella se comía genial, tenían fama, por ejemplo, las croquetas de Paloma Altolaguirre, muy amiga de Isabel Preysler", añade. Todo ese mundo de glamour en nada se parece a las andanzas de la Pantoja y Julián Muñoz y el resto de personajes que floreció en los años del boom inmobiliario. "Eran advenedizos que vinieron a Marbella a lucrarse; también es verdad que los políticos de turno no supieron hacer el trabajo, vino la crisis y todo se lo llevo por delante". La presentación de "El fuego del flamboyán" en Madrid contó con la presidenta del Congreso, Ana Pastor, otra amiga, con la que Yebra comparte veraneo playero en Galicia. "Es una mujer muy sencilla. Le encanta pasear por la orilla y el queso con mermelada de higos". Yebra es de las que defienden que si no puedes alabar es mejor callar.

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