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El vestidor

Ninguno de los análisis de las razones y consecuencias de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha reparado en Mariló. Pero es que Mariló vive ahora en Nueva York. Tampoco a nadie se le ha ocurrido contactar con ella como testigo de excepción, ni pedido a la embajada su retorno inmediato o interesado por el estado de su visado. Es la crueldad de la gran pantalla: te vas un par de meses y ya se han olvidado de ti. Le pasó a Víctor Sandoval cuando emigró a Miami y todavía no le han dado su sitio como hijo pródigo. Y no dirán que el hombre no lo ha dado todo. Pero el mundo ya es más infinitamente más grande que una caja tonta y Mariló utiliza las redes como nadie. Y sin casco, como la moto. Y ha vuelto con "el mundo por montera" (¿captan el juego de palabras?) y crónicas desde la gran manzana. Por eso sabemos, los que hemos querido saber, cómo vivió la noche electoral: "en casa de unos colaboradores de Clinton a los que he dejado, de madrugada, desolados". No sé si lo notan en TVE, en Exteriores, en el CNI, pero todo esto podrían ser señales, avisos: eh, que estoy aquí. Por si necesitan algo. Allí tiene a Sonia Monroy. Pero está en la otra costa.

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