Un hidalgo caballero venido a menos atacó un molino de viento de El Toboso (Toledo) entre 1594 y 1595, a media mañana y con testigos, fue juzgado y encarcelado por la Inquisición, porque también cortó con su espada una cruz de madera, pero finalmente se libró pagando 3.000 maravedíes de costas.

Esta historia real la ha localizado en el Archivo Diocesano de Cuenca el investigador Javier Escudero, que lleva más de dos años buceando en documentos el rastro de personajes plasmados por Cervantes en el Quijote y ha hallado que una treintena de ellos, al menos, fueron reales y vivieron en un reducido entorno geográfico a finales del siglo XVI. Agustín Ortiz formaba parte de una de una importante familia de La Puebla de Almoradiel. Sin embargo, Agustín era "la oveja negra" de la familia y había tenido que desempeñar varios oficios cuando tuvo un incidente en el molino de viento de Pedro de Morales "el viejo", situado en el camino de Santa Ana de El Toboso. Entre las diez y las doce de la mañana, Agustín fue a moler grano al molino llevando, envainada, su espada nueva, pero se topó con Pablo López y Pedro de Morales, con quienes inició una conversación que no acabó bien. En un acto "de aviso o amenaza, de orgullo de un hidalgo frustrado, Ortiz cogió su espada, se acercó a una cruz de madera y la cortó.