El descubrimiento de los mecanismos de la "autofagia", procedimiento para degradar y reciclar componentes celulares, le ha valido al japonés Yashinori Oshumi para ser galardonado con el premio Nobel de Medicina 2016. El biólogo nipón fue en 1988 el primero en identificar, a través de un microscopio, el mecanismo celular de la autofagia. Ohsumi observó en una muestra de levadura cómo las células son capaces de reciclar su propia energía en entornos carentes de nutrientes. Un descubrimiento que marcó el inicio de una estelar trayectoria investigadora y que ha abierto la puerta a posibles tratamientos para el Alzheimer o el Parkinson e incluso contra el cáncer.

"Los descubrimientos de Oshumi supusieron un nuevo paradigma para comprender cómo la célula recicla su contenido. Abrieron una senda para entender la importancia fundamental de la 'autofagia' en muchos procesos fisiológicos, como la adaptación a la inanición o la respuesta a una infección", subrayó el Instituto Karalinks de Estocolmo en su fallo.

Obstinado y excéntrico, este científico nacido en Fukuoka (sudoeste) en 1945 confirmó así el funcionamiento de un proceso citoplásmico cuya existencia ya se apuntó entre 1950 y 1960, y dio su primer gran salto en una carrera guiada por una insaciable curiosidad y la constante búsqueda de nuevos retos, según él mismo. "Llevo muchos años preguntándole a las células lo que llevan dentro", dijo risueño Ohsumi tras conocerse el fallo del Nobel. "Cuando comencé no esperaba para nada que este estudio pudiera ayudar a hacer frente al cáncer y otras enfermedades. Las ciencias básicas son importantes aunque no se les vea un futuro inmediato", afirmó.

"No me gusta competir. No quiero hacer algo que hace todo el mundo, prefiero disfrutar de lo que no le interesa a nadie", añadió el biólogo que comenzó "solo en el laboratorio" su investigación sobre los misterios del interior de las células.

Ohsumi, el menor de cuatro hermanos, ya era un apasionado de la ciencia desde sus años de estudiante de instituto, donde pertenecía al club de química y pasaba sus horas libres entre microscopios y tubos de ensayo. Apostó por estudiar biología en la prestigiosa Universidad de Tokio con la intención de seguir un camino diferente al de su padre, ingeniero y profesor en la Universidad tecnológica de Kyushu, y se doctoró en la capital nipona antes de marcharse a la Universidad neoyorquina Rockefeller. En ese centro estadounidense, Ohsumi quedó fascinado por el afán de supervivencia de las células de la levadura en entornos hostiles, lo que conduciría a su posterior investigación en la Universidad de Tokio en 1988.

Posteriormente, llevó a cabo una serie de "brillantes experimentos" en ratones que desvelaron vínculos entre las anormalidades detectadas en el proceso de autofagia con el desarrollo de cáncer y de las patologías neurodegenerativas.