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El vestidor

Comunión andorrana en la casa Thyssen. No es que los sacramentos en el Principado se impartan de manera diferente. Habitualmente. Ni que desgraven más. Las peculiaridades venían de la mano aristocrática. La ceremonia estaba prevista para el pasado lunes, pero Tita decidió adelantarla al sábado, por cuestiones estratégicas. Y a la hora de la siesta en España. No tan intempestiva como el bautizo de la niña de Jesulín y Campanario, celebrado a la medianoche, la hora bruja, igual que los comunicados de Isabel Pantoja. A lo mejor Borja no se ha contagiado de las costumbres alemanas ni suizas ni andorranas y sí es de descansar después del almuerzo. Quizá por eso no pudo asistir. Aunque la versión oficial es otra. Bueno, otras. Versión uno: Borja está en Inglaterra, va mucho por allí. Versión dos: Borja ha tenido una reacción alérgica y anda perdido de ronchas. Versión tres (oficiosa): a Borja como que no le ha dado la gana ir. ¿Así andamos otra vez? El caso es que la ceremonia tuvo lugar en la más estricta intimidad. Léase la mamá, las madrinas (una por cada una de las comulgantes mellizas), el sacerdote oficiante, dos amigas de la madre y el sobrino de la misma. Este último, andorrano.

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