El aceite de oliva es pieza clave en la dieta mediterránea, verdadero oro líquido y uno de los mejores inventos de la humanidad. Y, además de las alimenticias, tiene numerosas propiedades y aplicaciones. Nada de mantequilla y otros barbarismos. A sus 78 años Carlos Falcó, el papá de Tamara, vive una segunda juventud. En buena parte, gracias al óleo. Tiene una novia -la confirmación oficial no la encontrarán en papel timbrado, sino cuché- joven y guapa. También es productor de aceites premium, como buen marqués (igual que los chicos Alba, aunque esos amén de marquesado tienen ducados, condados y todo el espectro nobiliario). La muchacha, según declaración confesa, no se acuesta sin untarse antes un poco del aceite de luxe en cuestión. Porque deja la piel hecha un primor. Ya se valían de él Cleopatra, Sofía Loren o Saritísima, que lo usaba para desmaquillarse aunque, como todo el mundo sabe, ella se maquillaba "muy poco" (sic). Y ya habrán oído a qué se atribuía el currículo de Nacho Vidal: Al jugo de los olivos de su pueblo. Puro vigor.
