Fidel Castro Ruz seduce con la mirada. Lo dicen quienes le han tratado y lo demuestra un currículum amoroso digno de un galán de Hollywood. Precisamente la Meca del cine prepara una nueva película con la oscarizada Jennifer Lawrence como protagonista, que encarnará a Marita Lorenz, una de las amantes de Fidel, espía estadounidense involucrada en un intento para asesinar a Castro y que testificó contra la CIA en un juicio por el asesinato de John F. Kennedy.

Miss Lorenz, como se referían a ella en La Habana, era hija de alemán y estadounidense. De niña vivió en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Su padre, Henrich Lorenz, era el capitán de un lujoso barco llamado "Berlin IV" en el que la familia viajó a La Habana, en febrero de 1959.

Fidel Castro estaba en el puerto y al ver el lujoso barco se acercó. Cuando Henrich Lorenz le presentó a su hija Marita, de 19 años de edad, no dudo en pedirle su número en Nueva York. Ella quedó deslumbrada por aquel líder alto y apuesto de 33 años. Unos días después la llamó pidiéndole que volviera a La Habana.

Ella no lo dudó. El 20 de mayo de 1959, desde su suite en el hotel Havana Riviera, Marita escribió a su madre: "Estoy bien, tengo todo y soy feliz". Se convirtió en su secretaria y en su amante. Marita quedó embarazada de Fidel. Poco tiempo después fue secuestrada por la CIA, que tras drogarla le indicaron que había abortado. Décadas más tarde supo que su hijo sobrevivió.

Por aquellos años Fidel ya era padre de Fidelito, su primogénito el niño que tuvo con Mirtha Diaz-Balart, una belleza de la alta sociedad habanera a la que conoció en la universidad, donde la joven estudiaba Filosofía y Letras, y Fidel Castro se preparaba para ser abogado.

El líder de izquierdas, hijo de un rico hacendado, pero sin el pedigrí de la aristocracia y burguesía cubana, se enamoró de la hermana del subsecretario de Gobernación con Batista, Rafael Díaz Balart, el padre de los congresistas republicanos Lincoln y Mario Díaz-Balart, feroces anticastristas, representantes del exilio más extremista que anida en Miami.

La pareja se casó en 1948. Es la única boda conocida de Fidel, que aún no era un barbudo y se perfilaba como abogado defensor de los más necesitados. Mirtha tenía 20 años y Fidel 22 cuando se desposaron. Fue una de esas bodas recogidas en las crónicas de sociedad, y por supuesto en el Diario de la Marina, el periódico de las elites de la isla.

En septiembre del año siguiente nació Fidelito. La felicidad duró poco. Mirtha descubrió una carta dirigida por Fidel a otra mujer, Naty Revuelta, cuando estaba preso en Isla de Pinos tras asaltar el Cuartel de Moncada.

Revuelta era otra súperbelleza de clase alta a la que comparaban a Ava Gadner en el Yatch Club de La Habana. El divorcio llegó en 1955. Mirtha, que vive en Madrid, volvió a casarse con el abogado Emilio Núñez Blanco, "Milio", hijo del embajador cubano en la ONU, Emilio Nuñez Portuondo, y partidario de Batista.

Cuando Fidelito se fue a estudiar a la universidad de Moscú, a mediados de los setenta, la pareja se vino a vivir a Madrid, donde Emilio Núñez fue corresponsal de varios periódicos de Miami, y Mirtha, de 87 años, siempre llevó -lo hace aún- una vida discreta, tratando de ocultar un pasado que no le resulta demasiado agradable. En la existencia de Castro hubo más nombres. Se dice que tiene al menos nueve hijos. Desde 1961 la mujer oficial de Castro es Dalia Soto del Valle madre de Alexis, Alex, Alejandro, Antonio y Angelito Castro.

Con Natalia Revuelta tuvo a Alina, nacida en 1956, quien se define como "la hija rebelde de Fidel" y se hizo famosa cuando se marchó de Cuba y escribió un libro contra su padre. Lo que no contó Alina es si existe realmente la isla privada Cayo Piedra, una fortaleza inexpugnable donde, tal vez, Fidel recuerda aquellos años gloriosos en los que el hijo de Ángel Castro y Lina Ruz era un playboy de exquisitos modales y apariencia imponente.