Nunca ha sido fácil ser gorda. Cuesta mucho salir indemne de las miradas y comentarios en la escuela, en el autobús, en las tiendas, en la playa, en la discoteca, en los bares, en los restaurantes, en las reuniones familiares... Siempre hay algo que decir de la que tiene unos cuantos kilos de más.

Pero Elena Devesa y Rebeca Gómez están dispuestas ha allanar el camino a las adolescentes y lo que no lo son tanto con su libro "Gordifuckingbuenas" (Planeta, 2016), una suerte de manual de supervivencia para las gordas: cómo tener un buen fondo de armario con direcciones útiles donde comprar ropa y calzado, por ejemplo, unas botas de caña alta aptas para muslos desmesurados; cómo tener estilo o trucos para salir bien en las fotos (atención: siempre enfoque desde arriba y brazos separados del cuerpo); cómo ser segura para ligar; o recetas que ayudan a darse un atracón sin sumar calorías (no perderse a pizza con base de coliflor).

No hay tabúes. Devesa y Gómez (periodista y grafoanalista forense, respectivamente, de 32 y 33 años) dan un repaso a todas y cada una de las inquietudes que siempre han acechado a las chicas gordas (no es libro para hombres) y de ahí extraen consejos para aceptarse como una es y pasearse por la vida sin complejos o, al menos, sin tenerlos constamente presentes.

Lo primero, empiezan llamando a las cosas por su nombre, fuera eufemismos: gordi, curvi, gordita, entrada en carnes... "¿Por qué lo llamas curvy cuando quieres decir gorda?", es el título de un apartado nada más empezar la lectura del libro.

"En nuestra opinion las gordas nos hacemos un flaco favor utilizando eufemismos como éste a la hora de definirnos si lo que queremos es, precisamente, que la situación de las personas con sobrepeso se normalice".

"Gordibuena"

Todo lo más que se permiten es el término gordibuena, que suena "alegre" y por lo visto está importado de Sudamérica. Una gordibuena no es, con matices, más que una "mujer con sobrepeso, especialmente atractiva, y que lo tiene todo en su sitio, especialmente la cabeza".

El libro está escrito en primera persona, porque ambas saben mucho de todas las circunstancias que relatan. Así que desde el principio la empatía hace las cosas más fáciles. Hablar con conocimiento de causa les lleva a plantear situaciones por las que quien haya sido o sea gorda ha pasado: ir a comprar ropa y que te digan, tras una mirada de arriba abajo, que no hay talla para ti; llamarte de todo en el colegio o la discoteca; preguntarte cuántos donuts te tomas para desayunar... El humor no falta, sobre todo, para abordar cuestiones bastante cotidianas como las dificultades para encontrar talla adecuada de sujetador o braga, o evitar los roces interiores de los muslos.

Consejos simples

Situaciones simples y consejos simples que, al fin y al cabo, persiguen que las chicas gordas sean felices o, si no, que se sientan bien consigo mismas. Algo que no se logra por mucho maquillaje o ropa moderna que una se ponga encima, ni por estar a dieta a toda la vida, sino por tener personalidad, ser fuerte y tener claro que ser gorda o delgada es una de las muchas cualidades que definen a una persona.