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20 | Miércoles Cejas

No se sabe si acabará con las cejas de Spock, atendiendo a la geometría constructivista del pelo que se fue dejando crecer en la nuca. Sobre el cráneo afeitado de Kiko Matamoros emergió una inquietante X. Una semana más y desembarca allí la nave del misterio. Pero era a efectos de trasplante. Se trataba, por qué no decirlo (©Iker Jiménez), un vivero, una plantación, un semillero, criadero, plantel, incubadora pilosa, llámenlo como quieran. Pero de diseño. De allí, de esa colmena capilar, han salido los mil pelos -ni uno más ni uno menos- necesarios para hacer el injerto. Los mil cabellos imprescindibles para el risorgimento. El millar de folículos que harán posible que Matamoros vuelva a lucir poblados los arcos de sus ojos, el marco de su mirada, el frontis de su enfoque visual. Es el último retoque de este hombre hecho a sí mismo (con toda la literalidad), de este Frankenstein del entretenimiento, de este lord Gaga del corazoneo. Un microinjerto de cejas. No es que no tuviera, es que les faltaba cuerpo, entidad. Su vida en un realityshow, su familia de líos. Y él, pelillos a la mar. Bueno, a la jeta.

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