Ana Obregón ha dado casi tantas campanadascomo posados en bikini. Hay mil y una anécdotas en la historia de la Nochevieja televisiva: de las equivocaciones de Carmen Sevilla al tupé de Imanol Arias, la cara de estreno de Belén Esteban, el brindis del trío la-la-lá que formaron Pantoja, su vástago y JorgeJa o el deshabillé de la Pedroche. Pero de entre todos, la bióloga está en posesión del auténtico, genuino, gran y mejor del mundo mundial lance. El chascarrillo que pasará a los anales de la historia. La madre de todas las anécdotas. Fueron ella y su Ramontxu los que lanzaron al viento aquel sonoro 2005. Y la humanidad entera clamó aquella previsible rima. Dos mil cinco...
