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El vestidor

Más extraña que Jack Lemmon y Walter Matthau, o Paco Morán y Joan Pera en versión castiza. Más rara que Ana Rosa y Pablo Iglesias descoletado. Más despareja que Olmos y Robles, esto es, Rubén Cortada y Pepe Viyuela. Más contra natura que Carmen Lomana e Ylenia. Todavía más dispar que Marujita y Dinio. Si me apuran, más que la convivencia en única madriguera, hace 250 millones de años, de un anfibio y un antecesor de los mamíferos. La extraña pareja, aunque pudiera parecer una contradicción, es la que conforman los hermanos Rivera Pantoja. Y me refiero a los dos retoños de la cantante enrejada, no al resto de la prole por parte de padre. Y es raro porque, ustedes recordarán, se han dicho de todo menos bonitos, portada o plató o redes sociales mediante. Ahora hacen bolos juntos y bien avenidos. Él, exconcursante de telerrealidad, empresario de la noche, dj y personaje del corazón; ella, exconcursante de telerrealidad, personaje del corazón y relaciones públicas. La emergente de la mediática familia luce lentillas de colores y un tatuaje en forma de pistola cuyo cañó recuerda, salvando las distancias, los pitones cerca del culo de Belén Esteban. Son cosas de familia. Las exclusivas y los cachés. Y demás.

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