Un futbolín con Felipe González

De musa del franquismo, Concha Velasco giró en los setenta a la izquierda y trabó amistad con los socialistas de la Transición

El amor de su vida.  |  Con Paco Marsó llegó al altar y crió tres hijos. El matrimonio duró casi treinta años, pero acabó como "el rosario de la aurora". Pero Concha Velasco no le guarda ningún rencor. // CONCHA VELASCO / RBA

El amor de su vida. | Con Paco Marsó llegó al altar y crió tres hijos. El matrimonio duró casi treinta años, pero acabó como "el rosario de la aurora". Pero Concha Velasco no le guarda ningún rencor. // CONCHA VELASCO / RBA

mariola riera

A Felipe González no sólo se le da bien (en su- tiempo libre, se entiende) cultivar bonsáis, tallar piedras que transforma en joyas o cocinar. Sino también jugar al futbolín. A finales de los años 90, el dirigente del PSOE estaba ya más relajado tras dejar de ser presidente del Gobierno y se le antojó que Concha Velasco y su entonces marido Paco Marsó lo invitasen a cenar (él cocinó su famoso marmitako) en su casa de La Moraleja. Fue una día "estupendo" en el que Velasco se lo pasó "fenomenal" con Carmen Romero, "una persona muy divertida, porque una cosa es La Moncloa y otra, la vida privada". De hecho, ambas resultaron un poco perjudicadas a base de tequila. Cantaron, bailaron, rieron? Y Felipe González y Paco Marsó acabaron echando una partida al futbolín, de lo que da cuenta una de las dos fotos inéditas que Concha Velasco ha rescatado de su álbum particular y que entonces le pareció "que no se debían enseñar".

La velada junto a su "amor platónico", como llama a Felipe González, contó también con la presencia del exministro Pepe Barrionuevo y su esposa, con los que la actriz mantiene hoy en día una gran amistad. Para anécdota: Marsó y Velasco contaban los días para que les embargasen la casa de La Moraleja, pero pusieron al mal tiempo buena cara y de aquel encuentro cosecharon, además de una buena juerga, un bonsái del expresidente de regalo.

Antes del futbolín con González, estuvieron las veladas estivales con los Franco en pleno apogeo de la dictadura, en los 60. Conchita Velasco era por entonces una de las actrices del momento y, como tal, entraba en el grupo que acudía a La Granja a animar las noches de verano al caudillo, su esposa, Carmen Polo, y su hija, Carmencita. Asegura Velasco que ella "iba encantada", que Doña Carmen era "encantadora" y que nunca escuchó hablar a Franco, quien al final de las funciones saludaba a los artistas (salvo a Rafael, con el que se detenía a charlar) con un "Hummmm". Sólo un día se rompió el ritual, cuando en plena actuación se fue la luz en los jardines de La Granja y el generalísimo tuvo que intervenir: "Carmen, los plomos". Así lo dijo, "sin entonación alguna, como si no tuviera sangre en las venas", dice la actriz. No obstante, a Lola Flores, allí presente, le sonó a gloria la frase: "Oléeee, para que luego digan que está gagá".

Tablas nunca le han faltado a Concha Velasco (Valladolid, 1939) para lidiar con las variopintas situaciones de toda índole que se le han presentado en la vida: de salud, amorosas, sociales, económicas? Desde su estreno con Celia Gámez en la revista en los años 50 hasta la representación de "Hécuba" en el Teatro Romano de Mérida hace un par de veranos, la famosa "chica ye-yé" ha disfrutado y sufrido a partes iguales.

El de Felipe González fue un "amor platónico", pero Concha Velasco ha tenido muchos y guapos amantes, aunque como queda claro en sus memorias, "El éxito se paga" (RBA), el verdadero amor que ha tenido en su vida, para bien y para mal, fue el malogrado Paco Marsó.

Su primera pareja "seria" fue el director de cine José Luis Sáenz de Heredia, casado, lo que les llevó a vivir un amor clandestino entre película y película. Para el anecdotario queda el día que la joven Conchita decidió por fin irse al hotel con él, en Toledo. Y coincidieron con otra pareja que ese mismo día parecía estrenarse también en la alcoba: el rey Hussein de Jordania y Muna, su segunda esposa, ambos de luna de miel.

Un futbolín con Felipe González

Un futbolín con Felipe González

De Sáenz de Heredia, mucho mayor que ella, acabó hasta el gorro ("nunca más con un hombre casado") y la siguiente aventura amorosa fue todo lo contrario, un hombre libre y más joven: el actor Juan Diego. Con éste vivió "el despertar" y su transición ideológica: de una especie de musa del franquismo Velasco pasó a militar en la izquierda, lo que le valió que algunos periódicos, como "El Alcázar", la pusieran verde por su giro.

Pero volviendo a Juan Diego, con éste rompió porque él nunca quiso casarse. Entonces no se lo debió de tomar muy bien, pero ahora la actriz lo cuenta con mucho humor en sus memorias. Resulta que Juan Diego le decía, una y otra vez, que se casarían el día que dejaran entrar a Santiago Carrillo en España. Y cómo sería la desilusión cuando la actriz descubrió que el líder comunista "llevaba años en España con peluca".

Un futbolín con Felipe González

Un futbolín con Felipe González

Punto y final. Luego hubo alguno más, pero se cruzó Marsó, se casaron a mediados de los 90 y tuvieron una relación de amor-odio? Lo más reciente de la vida de Velasco es de sobra conocido, pues de ello ha dado debida cuenta la prensa del corazón. Reconocida por el gran público y sus compañeros en su profesión, admite que con el Goya de Honor está más contenta que unas castañuelas, y eso que se llevó una gran desilusión cuando no se lo dieron por la nominación de "Más allá del jardín", en 1999.

Arruinada en varias ocasiones, con Marsó por el medio, reconoce que siempre ha sido manirrota y amante del derroche, eso sí, para ver feliz a su gente. En la comunión de uno de sus hijos, fue tal el dispendio en la fiesta, que amigos como Paco Valladares se lo dijeron. Pero ella sólo pensaba en su triste comunión en Larache (Marruecos), cuando acudió sola a la iglesia, con un humilde vestido.

Entonces era una chiquilla con un sueño, "una muchachita de Valladolid que sólo quería ser artista". Y resultó ser que así fue: "Quién me iba a decir que lo conseguiría".

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