La sorprendente técnica para doblar y guardar el nórdico sin que ocupe espacio

Conviértelo en un pequeño paquete y guárdalo en el armario hasta el próximo invierno

El infalible truco para guardar el edredón sin ocupar espacio

El infalible truco para guardar el edredón sin ocupar espacio / Olga Nikiforova

R. V.

Llegan las altas temperaturas y con ellas el momento de empezar con el cambio de armario y dejar atrás las prendas de invierno y no sólo a la hora de vestir. El buen tiempo también invita a aparcar las mantas y el nórdico de la cama.

El calor ya se empieza a notar en casa y ya es hora de guardar las prendas que más nos abrigan y que también suelen ser las que más espacio ocupan. Este momento del año, ordenar se convierte en un auténtico dilema. Sobre todo cuando toca guardar nórdicos y edredones, prendas que son especialmente difíciles de manipular. Además cuando lo doblamos, acaban ocupando un montón de espacio de nuestro armario.

Hoy te traemos un truco infalible para que puedas doblar el edredón de una manera efectiva y fácil para poder guardarlo en cualquier rincón sin perder huecos en tu armario.

¿Cómo doblar el nórdico sin ocupar espacio?

  1. Extiende el edredón en el suelo y coge uno de los dos extremos más estrechos del edredón.
  2. Coge la pieza, dóblala por la mitad y haz un segundo doblado en dirección hacia ti. De este modo, quedará una mitad del edredón sobrepuesta a la otra.
  3. Deshaz esta capa sobrepuesta, de nuevo, en dirección hacia tu cuerpo y dirígete a uno de los extremos largos de la pieza.
  4. Cuando lo tengas agarrado, dóblalo hasta la mitad y observa cómo se forma un pequeño sobre abierto gracias a los pliegues anteriores. Después dobla la otra mitad larga sobrante, la cual también presentará en el mismo extremo otro sobre semiabierto.
  5. Colócate en el extremo contrario al de los sobres y dobla el resto de la pieza en dos. Para que los pliegues no se deshagan, debes girar la tela que configura el sobre, de tal modo que dé la vuelta sobre sí mismo.
  6. Verás que puedes introducir fácilmente el último de los doblados, obteniendo un cuadrado sellado y prácticamente perfecto. El resultado es como si el nórdico se hubiera convertido en un cojín bien relleno.