Cada temporada, la palabra nuevo se convierte en un mantra en muchas áreas de la vida y salta a los titulares. Se liberan armarios de la ropa de la temporada anterior para dejar sitio a la nueva y descubrir que ¡ay! no cabe, se colocan o quitan alfombras, se ponen o retiran los muebles de exterior, se renueva la decoración de los centros de mesa... Y llegan los catálogos con las nuevas tendencias. Porque, siguiendo el fenómeno de la moda, las empresas de mobiliario y complementos lanzan sus colecciones al menos dos veces al año: en primavera y otoño, a la vez que muchos diseñadores de producto beben, para inspirarse, de las mismas fuentes que los modistos -si no son los propios modistos los que colaboran con las casas de diseño de producto en colecciones cápsula, ediciones especiales...-.

Cambiar la casa de arriba abajo cada temporada es, además de un absurdo, un capricho que poquísimos se pueden permitir. Pero vale la pena bucear entre las nuevas propuestas para reflexionar sobre si la casa sigue siendo ese espacio con el que uno se identifica y donde se siente cómodo o toca incorporar algunas piezas que la actualicen y que se adapten a la forma de vida de cada cual.

Las palabras de moda son orden, serenidad, calidez, artesano, práctico, imperfecto... Pero también elegante, duradero, intemporal, rico... Se suele pensar que es lo sencillo lo que mejor aguanta el paso del tiempo, pero el exceso de minimalismo puede llegar a abrumar, sin contar con que los años han banalizado un concepto que se puede aplicar a casi cualquier cosa que parezca austera: los 4,5 millones de imágenes con la etiqueta #minimalism en Instagram incluyen espacios diáfanos, pero también zapatillas de deporte (no necesariamente blancas), neveras ordena­dísimas, paredes desconchadas, playas...

En realidad, la historia del diseño muestra que lo que se convierte en imperecedero es más bien lo que no siempre es posible clasificar en un estilo, lo transversal, lo que es complejo pero no lo parece.

"Antes se querían casas muy coordinadas, muy organizadas y compuestas -explica la interiorista Agnès Blanc, del estudio Vilablanch-, pero ahoga se buscan interiores más acogedores y eclécticos, dar una imagen de menos control, aunque sea un descontrol en realidad muy controlado". Esta interiorista apunta el color, la combinación de materiales, las reediciones de piezas clásicas contemporáneas y la vuelta a los años cincuenta como algunos de los elementos más destacados del interiorismo que se está haciendo ahora mismo.

Para intuir por dónde van los tiros en decoración vale la pena también estar atento a los vaivenes de los estilos textiles y también a la mayor o menor presencia de tapicerías, cortinas y alfombras en el hogar. Si hace unos años, explica Beatriz Gancedo, directora comercial de la firma de tejidos que lleva el apellido de su familia, este sector sufrió un bajón, ahora está en plena recuperación. "Vuelven las texturas lujosas, los terciopelos, las geometrías, las alfombras gruesas. También los papeles pintados, y la gente se atreve con flores y dibujos grandes, cosa que hace unos años era impensable". "Nos inspiramos en las pasarelas -confirma Gancedo-, pero, afortunadamente, nuestras colecciones duran dos o tres años, mucho más que la moda".

Esta experta en tejidos atribuye el regreso a una cierta opulencia a que ahora se le da más importancia a los interiores, porque se pasa más tiempo en casa: "Un exceso de minimalismo puede resultar abrumador e incómodo, una casa tiene que estar vestida para resultar realmente acogedora".

Por su parte, el interiorista Jaime Beriestain, más que inclinarse por un estilo concreto que pueda estar más o menos de moda, apunta que "hay una clara tendencia a volver a contar con los artesanos, los orfebres..., a recuperar la calidad de los materiales". Para este profesional, se trata de sacar partido a la buena materia prima, como la madera o el mármol, "para resaltar su riqueza y cualidades". Y vuelve a trazar un paralelismo con la moda: "¿Por qué ahora es tan complejo un bolso de Prada? Pues porque se trata de dar valor a lo producido artesanalmente, de crear para hacer imposible la copia". Beriestain apunta la tecnología como una buena aliada de este regreso a lo hecho a mano: "Las herramientas técnicas ayudan a ir más allá. Programas como el AutoCAD o los renders (imágenes compuestas por ordenador) permiten visualizar los proyectos de una manera que era imposible hasta los años noventa, cuando muy pocos estudios trabajaban con ordenador, y las máquinas de control numérico hacen posible trabajos -texturas, granos, grabados, encajes...- que antes eran impensables, por tiempo y dinero".

En esa misma línea, la interiorista Pilar Líbano apunta que este año el sector ha dado un vuelco total: "Antes, tal vez fruto de la crisis, ibas arrastrando tendencias antiguas. Ahora la gente está más animada a comprometerse". Líbano cree que la mezcla de estilos y la combinación de lo nuevo y lo viejo "ya está pasando. Ahora me piden conceptos más claros, un diseño más depurado, que transmita calidad y sea duradero". Sería volver a la alta costura, "pero siempre que no sea extremadamente cara". Y es que en un mundo globalizado donde en todas partes se encuentran las mismas tiendas y los mismos productos, "la gente pide cosas nuevas y diferentes y, afortunadamente, aunque estamos quedándonos sin artesanos, hay jóvenes a los que les apetece hacer buenos muebles".

La auténtica tendencia, coinciden todos los expertos consultados, debería ser crear un espacio que respondiera adecuadamente a los valores y el estilo de vida -cambiante, como todo- de cada uno. Y porque realmente, cada casa es un mundo, en estas páginas se muestran algunos de los posibles.