Londres, salvo la City o los barrios más modernos, no se caracteriza por la gran altura de sus edificios. Sus ordenanzas urbanas determinan que muchos vecindarios deben conservar la apariencia de las fachadas victorianas, eduardianas y georgianas. Así que en los exclusivos Knightsbridge, Chelsea, Fulham o Kensington, más que mirar a las alturas para instalar áticos despampanantes, se prefiere horadar el subsuelo, no sólo para ampliar las casas, si no, sobre todo, para multiplicar su valor.

En los últimos diez años, se han construido más de 10.000 sótanos de lujo en la capital británica con salas de cine, piscinas, pistas de squash, bodegas...

El concepto de ampliar hacia abajo no es nuevo en la ciudad, pero la ¬novedad es el afán por los sótanos cada vez más grandes, más lujosos... y más profundos, a veces de hasta tres plantas.

El coste es de unos 4.000 euros/m2, pero lo cier¬to es que puede multiplicar el valor de la casa y hacerla más atractiva para los multimillonarios.

El fenómeno se ha extendido a vecindarios más modestos como West Kensington, Wandsworth o Clapham y las licencias de obras alivian las arcas públicas - según la prensa británica, el distrito de Kensington pidió 800.000 libras (900.000 €) al financiero Reade Griffith para dejarle construir un sótano de 900m2 en el centro de Londres -.

Veto a los megasótanos

Aun así, el ansia por excavar más y más y las quejas por el peligro que puede suponer para la estructura de las casas adyacentes y por los atascos, ruido y polvo que provoca han llevado a Kensington y Chelsea a cambiar las ordenanzas. Sólo se podrá construir un piso bajo tierra y el sótano no deberá ser mayor que la mitad del jardín que tenga encima. Otros barrios pueden seguir sus pasos, así que los megasótanos ya construidos son una pieza aún más codiciada.