El matrimonio Salem está acostumbrado a derribar tabiques, mover columnas o eliminar ventanas de su mansión de Regent´s Park, en Londres cada 18 meses, el tiempo que tarda en cambiar la exposición de arte contemporáneo con la que convive desde 1999, bautizada como colección Cranford. "Es la mejor forma de ver la colección en funcionamiento y plantear el desafío de lo que es posible en un entorno doméstico. En lo personal, nos ha permitido conocer las obras con un increíble nivel de detalle y profundizar en la comprensión de las piezas", explica.

Muriel Salem. Su casa se puede visitar, con cita previa, en un ejercicio voyeur de la vida íntima de este matrimonio de origen libanés, donde una escultura se confunde con un mueble (Sin título, Franz West) o un sofá destripado atravesado por un fluorescente (Qué le den al destino, de Sarah Lucas) convive con porcelanas chinas y lámparas de araña.

Los Salem suelen prestar obras para exposiciones, pero, por primera vez, una destacada selección de 92 piezas de las 700 que forman la colección se muestran al público fuera del ámbito privado, de la mano de la Fundación Banco Santander, interesada últimamente en las grandes colecciones privadas.

Out of the House (Fuera de casa) recoge obras de 26 artistas, fundamentalmente británicos y alemanes, cuyo trabajo se ha desarrollado desde mediados de los 80 hasta hoy. Ambas nacionalidades dialogan y se enriquecen con cuadros, esculturas, fotografías, instalaciones, vídeos y dibujos, entre los que hay tantas divergencias como puntos en común.

Contrastan el humor pop del escocés Jim Lambie y el punk de Martin Kippenberger, que tanto influyó en los young british artists; las esculturas de Rebecca Warren dan la réplica al enérgico post no figurativo Albert Oehlen, y los animales en formol, mariposas y moscas de Hirst enlazan con la experimentación sobre pigmentos de Sigmar Polke.

¿El arte es para tenerlo en casa? ¿O es mejor exponerlo en un museo? I Do Not Own Snow White (No soy el dueño de Blancanieves), plantea el neón de Pierre Huyghe que abre la exposición.

La vida doméstica sin duda da nuevas lecturas al arte, pero piezas que quizás quedan perdidas entre jarrones y floreros recuperan su energía en el montaje del Santander.