Murallas, castillos, monasterios y palacios señoriales nos aguardan con los brazos abiertos... A continuación, cuatro villas españolas ancladas en el tiempo:

Besalú (Girona, La Garrotxa)

Situado en la comarca de La Garrotxa gerundense, Besalú conserva a la perfección la estructura de antaño.

El origen de la ciudad habrá que buscarlo en su castillo, documentado ya en el siglo X y situado en la cima de una colina, donde se encuentran también los restos de la colegiata de Santa María. En 1966 el pueblo fue declarado Conjunto Histórico Nacional por su enorme valor arquitectónico ya que acoge uno de los legados monumentales más notables de la época medieval catalana.

En efecto, Besalú es un imán de visitantes por lo que queda de su judería y, también, para contemplar el "Mique", unos baños judíos de purificación, únicos en España y los mejor conservados de toda Europa.

DÓNDE COMER: Els Fogons de Can Llaudes. Direc: Plaça del Prat de Sant Pere, 6.

DÓNDE ALOJARSE: Cal Fuster (desde 99 euros/noche). Direc: Carrer del Comte Tallaferro, 13.

Olite (Navarra, Zona Media)

Para muchos es el conjunto medieval más bello de España, aunque es cierto que sus orígenes son anteriores, pues la villa fue fundada por los romanos en el siglo I. A ellos se deben los restos del primer cerco fortificado. Más tarde, entre los siglos XIII y XIV, los reyes de Navarra trasladaron aquí su corte, y Sancho VII el Fuerte hizo honor a su mote levantando el castillo. De esta primitiva sección -hoy Parador de Turismo- destacan sus tres magníficas torres. Posteriormente, Carlos III el Noble se volcó en el desarrollo urbano de lo localidad, completando el castillo con tal lujo de miradores, galerías, estancias y jardines colgantes que pasó a convertirse en el señorial palacio que hoy admiramos.

Villa con elegante trama, Olite es toda una referencia obligada en Navarra.

DÓNDE COMER: Restaurante Merindad de Olite. Direc:Rua de la Juderia, 11.

DÓNDE ALOJARSE: Hotel la Joyosa Guarda (desde 113 euros/noche). Direc:Rua de Medios, 21.

Albarración (Teruel), Villa Encantada

Albarracín es un hallazgo insospechado en el corazón de una tierra dura. Los colores rojizos y ocres de sus intrincadas casonas son una metáfora del paisaje que lo rodea. Realmente es un pueblo que se deja querer. El primer contacto es excelente. Uno se da perfecta cuenta del gusto de sus habitantes.

Igualmente impresionante es la imagen de la villa, trepando por la montaña, encerrada en su muralla, con su arquitectura popular... Toda ella está hecha para pasear. Aparte de los monumentos que van apareciendo a un lado y otro, el paseo por la ciudad tiene otras muchas cosas con que tentarnos, empezando por la gastronomía y terminando por la artesanía.

Hoy, Albarracín es una ciudad de sombras, de silencios e indescifrables susurros. En las frescas noches de primavera parece sumida en la mudez y la más profunda soledad. Es entonces cuando la villa cobra su mayor encanto: las luces que la iluminan adoptan formas que bien merecen ser rescatadas en la memoria de todos.

DÓNDE COMER: El Roso. Direc: Calle San Antonio, 29.

DÓNDE ALOJARSE: Hotel Albarracín: (desde 115 euros/noche). Direc: Azagra, s/n.

Santillana del Mar (Cantabria )

A finales del siglo III, cuando Diocleciano decretó las persecuciones de cristianos, se martirizó a santa Juliana, una joven que vivió en Asia Menor. Sus reliquias pasaron de mano en mano en un oscuro deambular hasta llegar a estar en poder de unos monjes. Esos monjes llegaron al emplazamiento de la actual Santillana del Mar hace más de 1.200 años. Ocuparon unas tierras y fundaron una pequeña ermita y un monasterio. El nombre del lugar fue Sancta Iuliana y con el creciente poder de las órdenes religiosas tuvo el apoyo de nobles y aportaciones de vasallos que se establecieron, como era norma, alrededor del monasterio. Así es como llegó a ser la mayor abadía de Cantabria durante la Edad Media. Y así es como nace Santillana, nombre que surge como una deformación de Sancta Iuliana. A partir de aquí la pujanza del monasterio va creciendo hasta llegar al siglo XII, cuando alcanza el cénit.

Es mágica Santillana. Anclada en la eternidad.

DÓNDE COMER: El Pasaje de los Nobles. Calle Carrera ,6.

DÓNDE ALOJARSE: Señorío De Altamira (Desde 50 euros/noche). Direc: Paseo al Museo de Altamira, 34.