Por: Eva Rodríguez (SINC)

Mientras los habitantes de La Palma miran con preocupación y tristeza la situación por la que está pasando la isla, con innumerables pérdidas materiales, geólogos y vulcanólogos trabajan para informar sobre la evolución de la erupción. A pesar de que el origen del archipiélago es puramente volcánico, son pocos los registros históricos que se conocen de estos fenómenos en la zona.

Alicia Felpeto trabaja en el Instituto Geográfico Nacional dónde van dando la última hora de la sismicidad, la erupción y las principales claves de este fenómeno natural.

¿Qué tipo de erupción es esta? Porque en Canarias no son como las que vemos en otras zonas del mundo más rápidas y de gran explosividad.

Es de tipo estromboliano. Tiene un pequeño componente explosivo pero fundamentalmente son coladas de lava.

¿Qué diferencias existen con la que ocurrió en Teneguía hace 50 años?

No hay muchas, en el fondo el mecanismo es prácticamente el mismo. Si no recuerdo mal, en el de Teneguía había hasta cuatro conos volcánicos diferentes. Este ha tenido muchas bocas que se van activando y desactivando. No sabemos cuántas quedarán al final como ejemplos más permanentes.

¿Y en duración?

Eso todavía no lo podemos saber.

¿Qué indicadores se valoran para hacer una estimación? Si es que los hay…

Es muy difícil conocer la duración de la erupción porque depende de la cantidad de magma disponible. A veces no hay un único reservorio de magma. En muchos casos hay uno superficial, del cual podemos saber algo más, y otro profundo, en el que en general sabemos algo menos. Por ello, el de abajo puede estar alimentado al de arriba mucho tiempo, aunque el de arriba sea relativamente pequeño. Cuándo va a terminar una erupción es una de las preguntas más difíciles de responder en vulcanología.

¿Cuánto han durado las anteriores erupciones en esta zona?

En la isla de La Palma la duración de las erupciones históricas más recientes –de las seis últimas– varía entre 24 y 84 días. Esa sería la horquilla de lo que podemos esperar.

¿Por qué La Palma es la isla de Canarias que más ha tenido desde que hay registros?

Porque es una de las islas más jóvenes del archipiélago, junto con la de El Hierro. Por eso son más activas y más potentes. De hecho, en esta última, aunque solo tenemos una erupción documentada que es la del 2011, muchos investigadores sospechan que ha habido más en período histórico. Pero por un problema de falta de documentación, por un incendio de un archivo de la isla, probablemente hemos perdido información relacionada con los últimos 500 años.

Estos volcanes hacen que se eleve el terreno y existan las Canarias, ¿qué pasaría si dejara de haber actividad volcánica?

No habría islas Canarias. Se han construido a base de erupciones submarinas. Va creciendo un volcán desde abajo y cuando la parte superior emerge es cuando las llamamos islas, pero por debajo está todo el resto del edificio volcánico. Si no se produjeran erupciones, no existirían, como tampoco tendríamos Cabo Verde o las Azores.

¿Por qué se concentran en la mitad sur de la isla?

El norte es una parte muchísimo más antigua. Esa forma que tiene como de caldera es de erosión, con materiales muy activos. Toda la actividad moderna de la isla, geológicamente hablando, ocurre en la Cumbre Vieja. Las erupciones históricas han sido en esa zona, hacia un lado u otro.

Las coladas están provocando pérdidas materiales importantes. ¿Se puede predecir la trayectoria que van a tomar?

Hasta cierto punto, sí. Se pueden hacer simulaciones numéricas. Lo que es más difícil de modelar es en qué momento van a llegar a cada punto de recorrido. Ahí intervienen factores bastante complejos, ya que la lava es un fluido viscoso que necesita de una altura determinada. La viscosidad varía desde el centro de emisión, con temperaturas de unos 1.100 o 1.200 ºC, hasta zonas donde casi se frena a unos 800 ºC. En el medio cambia hasta en cinco órdenes de magnitud la viscosidad y cómo va a evolucionar la velocidad es muy complicado de saber. Lo que podemos hacer es medir la velocidad actual y ver si continúa emitiendo, hasta llegar al mar o a otro lugar en un tiempo.

Están trabajando con drones en la isla para medir la temperatura. ¿Qué pistas dan estas variaciones respecto a la evolución de la erupción?

La temperatura de emisión es interesante medirla, pero también la interior de la colada de lava. Porque, a veces, durante su desplazamiento empiezan a enfriarse por los laterales y se llega a solidificar la parte superior. Esta zona actúa como un aislante térmico para la lava de dentro. De esta forma, no pierde temperatura, mantiene su viscosidad y corre rápido como si estuviera cerca del centro de emisión. Por eso es bueno vigilarlos, porque pueden representar un peligro si la lava de dentro va mucho más rápido que si estuviera expuesta. Es uno de los motivos importantes para conocer la temperatura.

¿Qué cambios puede haber de aquí a unos días?

Podemos esperar que ya no haya tanta apertura de bocas y fuentes de lava nuevas, como hemos visto en las primeras horas. Lo normal es que se vaya calmando y solo queden una, dos o tres bocas activas al mismo tiempo. Por ello, ese conteo que se hace ahora va a desembocar en que muchas de ellas acabarán despareciendo en breve. Al menos es lo que ha pasado en otras erupciones.

¿Influye realmente la luna en una erupción?

Podría influir si estuviera a punto de explotar el volcán, en el sentido de que el efecto de la marea terrestre pueda ser el empujón final que le faltase. Pero no está del todo claro que eso sea realmente significativo como efecto de la erupción.

Respecto a las cenizas, se están dando muchas indicaciones sobre su limpieza o que no se tiren en el agua. ¿Qué magnitud tienen dentro de la actividad volcánica de La Palma?

Son muy pocas cenizas comparado con un gran vulcanismo explosivo. Este es monogenético basáltico y no es muy explosivo. Las cenizas son en pequeña cantidad. Los volcanes que echan cenizas de verdad, por así decirlo, son estratovolcanes que están construidos con un magma diferenciado que, comparado con el vino, ha pasado de ser mosto a madurar y ser vino. Esto ocurre también con los magmas, se quedan mucho tiempo en una cámara magmática, pierden una serie de minerales y se enriquecen en gases y aumenta su potencial explosivo. Un ejemplo es el Pinatubo en Filipinas, que en 1991 provocó 40 km de columna de cenizas inyectados en la atmósfera, que influyeron en el clima de todo el planeta. En este tipo de erupciones las cenizas sí son un problema grave. Aquí el volumen es mucho más pequeño.

¿Cómo vuelve la vida a estas zonas por las que pasan las coladas y qué nutrientes aportan al suelo las erupciones?

Los volcanes a largo plazo son unos grandes fertilizadores del suelo. Las lavas es una cosa más complicada. La recuperación depende del clima en el que se encuentren. En países centroamericanos, por ejemplo, es muy rápida. Sin embargo, la zona del Timanfaya, en Lanzarote, apenas hace unos 15 o 20 años que empezaron a colonizar los líquenes las lavas. Es un proceso mucho más lento, pero al final vas a tener un suelo muy rico. Si te acercas a la zona que fue cubierta por piroplastos de tamaño mediano, de pocos centímetros, son unas zonas superricas. De ahí salen esos cultivos en forma de cono con las vides en el fondo. Estas viñas crecieron mucho mejor que las que estaban plantadas antes. Todo es un ten con ten. En la parte de la erupción hay una parte destructiva, obviamente, pero a largo plazo hay una parte positiva. Entre ellas que si no existiera el vulcanismo no habría archipiélago.

¿Cómo se comportan estas erupciones en las islas? ¿Se agrupan en el tiempo y luego hay períodos de descanso?

A veces ocurre. El s. XVIII fue el más intenso que se vivió en Canarias en ese sentido. Eso es habitual, que sea en agrupaciones o clusters. Supongo que tiene que ver con la dinámica del manto superior, donde se producen, y en la forma en la que varía la cantidad de aporte de magma. Aun así la historia que tenemos en lugares como Canarias es tan escueta, que hacer estadísticas con una ventana temporal tan pequeña, con solo 14 erupciones, es complicado. Pero esa misma agrupación en clusters ocurre en muchas otras zonas.

¿Desde cuándo hay registros?

Cuando hablo de erupciones históricas, me refiero a aquellas de las que tenemos documentos escritos donde hablan de qué día empezó y terminó. Podemos echar un poco más la vista atrás y hablar de aquellas que sabemos que estaban ahí pero desconocemos la fecha, incluso el año es incierto. Un caso conocido es el de Cristóbal Colón que vio un fuego en una de la islas, pero no sabemos cuándo, ni en qué lugar exacto.

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