Los nuevos viajeros han cambiado las habitaciones de hotel por la comodidad de una casa, los hostales por alojamientos particulares y el ruido de las pensiones por el silencio de un hogar. La última moda en el negocio del turismo es convertir la casa en hotel y está teniendo muy buenos resultados entre personas de todo el mundo que buscan un tipo de alojamiento más económico y con la posibilidad de interactuar con gente local.

Plataformas como Airbnb pusieron en boca de todos un modelo de negocio basado en que la casa se convierta en hotel por unos días, ofreciendo comodidades que otro tipo de alojamientos no pueden otorgar. Pronto se extendió gracias al boca a boca, y buscadores de alojamiento como Booking incluyeron también la opción de dar de alta el propio hogar como hotel. Se trata de plataformas online que apenas requieren de trámites y hacen que sea muy sencillo hospedar a alguien en casa por unos días a cambio de un dinero extra.

Uno de los mayores negocios actuales

Los resultados son óptimos para aquellas personas que cuentan con casas en lugares turísticos, a las que pueden sacar una gran rentabilidad tan solo con promocionarlas en las plataformas adecuadas. Además, aquellos que se hospedan valoran la casa y sus prestaciones, otorgando estas valoraciones más influencia a los dueños. Cuanta mejor puntuación consigan, tendrán más posibilidades de contar con huéspedes a menudo, hasta convertirla en un alojamiento a tiempo completo, y no solo días sueltos.

Lo que empezó formando parte de la llamada economía colaborativa es hoy uno de los negocios más rentables que existen. Airbnb, por ejemplo, tiene un valor muy superior a la que es la primera cadena de hoteles del mundo. Pero para los dueños de las casas, convertirlas en hoteles tiene unas consecuencias legales. Si bien hasta hace poco no era un tema de actualidad, la problemática reciente en ciudades como Barcelona, con el auge imparable de los pisos turísticos, ha abierto el debate sobre la regularización de este negocio.

Las consecuencias legales de convertir la casa en hotel

Poner una casa en alquiler como si de un hotel se tratara puede ir en contra de los códigos urbanísticos de la ciudad, además de las leyes de hostelería que rigen el sector y que varían en función del país. Contar con una licencia o permiso especial se hace indispensable para regir un alojamiento de estas características. Hay lugares donde está expresamente prohibido alojar personas a cambio de dinero por breves períodos de tiempo, mientras que existen otros donde una licencia puntual expedida por el ayuntamiento permite este tipo de prácticas.

Obviamente, se trata de casas donde los dueños son los que deciden ponerlas en alquiler, pero ¿qué ocurre cuando la persona que publicita su hogar para el alquiler no es la dueña? En esos casos, existiría un delito por incumplir el contrato de arrendamiento de la casa. Aun siendo el dueño, también se pueden estar incumpliendo ciertos términos asociados a una hipoteca, por ejemplo. Es el caso de Reino Unido, donde los contratos hipotecarios prohíben expresamente este tipo de prácticas, a no ser que la entidad bancaria que ha gestionado la hipoteca conceda una licencia.

Las consecuencias que se derivan de todo esto van a depender de la normativa que rija el país. En España, se trata de una competencia que desde 2013 recae en los gobiernos autonómicos. Cada comunidad autónoma rige cómo se gestionan las viviendas turísticas en su territorio. Algunas exigen un registro (Comunidad Valenciana y Aragón) y otras una licencia (Cataluña). En el caso de la ciudad de Barcelona, se dejaron de expedir licencias en 2014, por el boom que sufría la ciudad con este tipo de alojamientos.