Cualquier tipo de alarma, si cuenta con el volumen adecuado, podrá despertarnos. Sin embargo, un estudio ha descubierto que es posible diseñar alarmas personalizadas, que se adaptan a las necesidades de cada individuo: no solo generarán excitación para despertarnos, sino que además optimizarán nuestro estado de alerta y potenciarán el rendimiento cognitivo.

La forma en que nos despertamos cada mañana puede influenciar nuestro rendimiento y bienestar durante varios días: si no lo hacemos correctamente, un estado cognitivo de alerta reducida conocido como “inercia del sueño” puede tener graves consecuencias al realizar tareas de alto riesgo, incluyendo la conducción de un vehículo. Ahora, una investigación publicada en Journal of Sleep Disorders & Therapy ha descubierto las características que debe tener el sonido que usamos como alarma, para despertarnos de la mejor manera.

No se trata de una cuestión de gustos musicales o preferencias sonoras, sino de un conjunto de características y frecuencias que activan las áreas del cerebro dedicadas a generar las respuestas cognitivas que necesitamos para despertarnos y, de inmediato, sentirnos bien y ser productivos en nuestras actividades cotidianas. Así lo explica el científico Stuart McFarlane, líder de la investigación y uno de los autores de un artículo publicado recientemente en The Conversation. 

No es lo mismo despertarse que estar alerta

Los especialistas indicaron que la transición del sueño al estado de alerta no sigue un sistema similar a un interruptor de encendido y apagado, como han revelado las técnicas de imágenes cerebrales utilizadas en diferentes estudios previos. Esto significa que no pasamos inmediatamente del descanso a estar alertas: en el medio se desarrollan otros procesos, que se van encadenando progresivamente. 

Según los científicos, la vigilia depende de procesos biológicos complejos, incluida una mayor asignación de flujo sanguíneo al cerebro. Las investigaciones realizadas al respecto demuestran que las regiones del cerebro importantes para optimizar el estado de alerta, como por ejemplo las regiones corticales prefrontales, tardan más tiempo en "ponerse en marcha" que otras zonas cerebrales dedicadas a la activación del cuerpo, como los ganglios basales. 

Esto quiere decir que podemos estar despiertos y activos, pero no alertas: es un estado de leve sopor en el cual dominamos nuestros sentidos, pero no accedemos al 100% de nuestras posibilidades cognitivas. 

Música y sonidos que nos activan

En su última investigación y en estudios previos, los especialistas pudieron verificar que la actividad del flujo sanguíneo dentro del cerebro disminuye después de despertarse, en comparación con el estado previo al sueño. De esta forma, conseguir un estado de vigilia con un óptimo nivel de alerta puede requerir diferentes mecanismos, que fomenten una redistribución del flujo sanguíneo en el cerebro. Según los científicos de la Universidad RMIT, en Australia, su estudio muestra que ciertos tipos de sonidos y piezas musicales pueden lograr este objetivo. 

En ese sentido, indicaron que las frecuencias de los sonidos, o sea el grado de variaciones en las ondas sonoras, pueden ser más o menos efectivas en función de la edad de la persona. Por ejemplo, un adolescente requerirá de una frecuencia sonora diferente a la de un adulto mayor para despertarse correctamente, y al mismo tiempo activar su estado de alerta. Además, enfatizaron que determinadas melodías, dada su capacidad para “encendernos” cognitivamente, logran mejores resultados en comparación con otras. 

A partir de toda esta información, los investigadores desarrollaron una melodía rítmica personalizada, que condujo a un rendimiento significativamente mejor al despertarse e inmediatamente después, en comparación con las alarmas sonoras estándar. Este tono de alarma experimental logró aumentar el estado de alerta y reducir el aturdimiento matutino. 

Referencia

The awakening futures sound positive! Commentary on the efficacy for audio to counteract sleep inertia. McFarlane JS, Garcia EJ and Dyer GA. Journal of Sleep Disorders & Therapy (2021). DOI:https://doi.org/10.35248/2167-0277.21.10.326