En el marco de un itinerario que la lleva directo hacia el Sol, la sonda Solar Orbiter de la ESA volvió fugazmente a acercarse a nuestro planeta este sábado 27 de noviembre. La nave espacial concretó su aproximación más cercana a la Tierra, posicionándose a solo 460 kilómetros sobre el norte de África y las Islas Canarias. Superando restos de basura espacial, se ubicó casi a la misma distancia de la superficie terrestre que la órbita de la Estación Espacial Internacional.

La maniobra realizada fue vital para disminuir la energía de la nave espacial y alinearla para su próximo paso cercano del Sol, pero conllevó un riesgo. Según una nota de prensa, la nave espacial superó dos regiones orbitales, cada una de las cuales está poblada de desechos espaciales. El equipo de operaciones monitoreó de cerca la maniobra: aunque el riesgo de colisión era mínimo, fue necesario estar atentos para desviar la trayectoria de la sonda en caso de ser necesario.

Este paso fue considerado por los especialistas como el sobrevuelo más arriesgado hasta ahora para una misión científica de este tipo. Tras el sobrevuelo terrestre, Solar Orbiter volvió a poner rumbo al astro rey y, en marzo, realizará un nuevo paso cercano al Sol denominado perihelio, ubicándose a solo 50 millones de kilómetros de la estrella, un tercio de la distancia entre el Sol y la Tierra. Durante su primer perihelio en junio de 2020, Solar Orbiter se acercó a 77 millones de kilómetros del Sol.

Solar Orbiter fue diseñada para tomar las imágenes más cercanas del Sol, observando el viento solar y las regiones polares de nuestra estrella, con el propósito de desentrañar los misterios de los ciclos solares que marcan las variaciones de la actividad solar y su impacto sobre la Tierra. Este verdadero “laboratorio científico” enviado hacia el Sol fue lanzado en febrero de 2020: en su mayor acercamiento a la estrella, se ubicará a solo 42 millones de kilómetros de distancia.

Estudiar el campo magnético terrestre

Aunque su fugaz regreso a la Tierra tuvo sus riesgos, también permitió concretar una oportunidad única para estudiar el campo magnético terrestre. No se trata de un tema menor, ya que el campo magnético es el área de contacto entre nuestra atmósfera y el viento solar: es fundamental para la vida en nuestro planeta, porque nos protege de la radiación cósmica y de las partículas cargadas de energía procedentes del Sol. Se extiende desde el núcleo interno de la Tierra hasta el límite en el que se encuentra con el viento solar.

Es importante recordar que las partículas emitidas por el Sol mediante el denominado viento solar son capaces de penetrar el campo magnético de la Tierra y provocar las auroras que “decoran” nuestros cielos, pero al mismo tiempo pueden generar tormentas geomagnéticas y poner en riesgo los sistemas de comunicaciones terrestres.

De acuerdo a los científicos a cargo de la misión, Solar Orbiter ha logrado en este sobrevuelo terrestre un conjunto de datos desde los cuales será posible reconstruir la condición y el comportamiento del campo magnético de la Tierra. Aunque la sonda aún se encuentra en una fase intermedia de su trabajo y recién encarará sus objetivos principales a partir de los próximos meses, ya ha permitido elaborar una gran cantidad de material especializado: se prevé que en diciembre vean la luz más de cincuenta artículos científicos con los resultados obtenidos.

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Los misterios del Sol

Poco a poco, Solar Orbiter va poniendo en marcha todo su instrumental y aprovechando el máximo de su potencial. Por ejemplo, según informó la agencia SINC una de las herramientas que ya se están utilizando es el Detector de Partículas Energéticas (EPD), cuyo investigador principal es el astrofísico español Javier Rodríguez-Pacheco, de la Universidad de Alcalá (Madrid). Gracias a este instrumento se están tomando medidas del viento solar con una exactitud y precisión sin precedentes.

Ahora, la sonda intentará resolver otro enigma relativo al Sol: las misteriosas “fogatas” apreciadas durante el primer perihelio. Estas emanaciones solares podrían permitir explicar por qué la atmósfera exterior del astro rey posee una temperatura ampliamente superior a la de su superficie: esto intriga a los científicos, ya que la física indica que el calor no debería poder fluir de un objeto más frío a uno más caliente.

Video: European Space Agency, ESA / YouTube.

Foto: ESA.