Rusia está construyendo una nave espacial de propulsión nuclear para una misión programada para 2030 que irá primero a la Luna, luego a Venus y finalmente a Júpiter. La misión completa duraría 50 meses. El módulo energético, esencialmente una planta nuclear móvil, genera suficiente energía para propulsar carga pesada a través del espacio profundo. Esta tecnología también podría reducir en un año el viaje de ida y vuelta a Marte, según la NASA.

Según un comunicado de la agencia espacial rusa, Roscosmos, una misión interplanetaria en 2030 será el primer «experimento» de Rusia en torno a los viajes espaciales de propulsión nuclear.

Lanzarán un «remolcador espacial» denominado Zeus: se trata de una nave utilizada para transportar equipamiento y astronautas desde una órbita a otra.

Además, Roscosmos presentó recientemente el diseño de una estación orbital con dos módulos equipados con tecnología nuclear. Dicha estación acogerá a una nave espacial tripulada, denominada Orel, y a diferentes cohetes reutilizables, de acuerdo a lo informado en una nota de prensa de la agencia estatal Sputnik.

El remolcador Zeus empleará un reactor nuclear de 500 kilovatios para impulsarse: una verdadera planta nuclear viajando por el espacio, que le permitirá realizar todo el trayecto indicado en 4 años y 2 meses.

El viaje concluirá en Júpiter, la gigantesca bola de gas que no dispone de superficie sólida pero que podría esconder un núcleo interno con esas características, entre otras incógnitas y misterios a resolver del quinto planeta del Sistema Solar.

La misión se enmarca en el proyecto ruso de lograr la independencia total en sus esfuerzos en el espacio: planea habilitar su propia estación espacial en 2025, y abandonar en ese momento la Estación Espacial Internacional (ISS, según las siglas en inglés), que comparte con Estados Unidos, Europa, Japón y Canadá.

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La propulsión nuclear y el futuro de los viajes espaciales

Considerando las ventajas que posee en términos de ahorro de tiempo en los traslados y otros aspectos, la propulsión nuclear podría considerarse como una de las alternativas más importantes para avanzar hacia una nueva era de los viajes espaciales, que se impone en el siglo que vivimos. Básicamente, emplea el calor producido por una reacción nuclear para activar un propulsor e impulsar de esta manera una nave espacial.

Frente a las opciones que utilizan combustibles sólidos y líquidos, la propulsión nuclear hace posible acortar de forma considerable los viajes de larga duración. Rusia ya ha colocado más de 30 reactores nucleares en el espacio, y lógicamente Estados Unidos también ha entrado en el juego: en 2027, instalará un reactor nuclear de 10 kilovatios junto a un módulo de aterrizaje en la Luna.

A pesar de esto, podría decirse que tiene una asignatura pendiente en cuanto a la propulsión nuclear espacial: solamente ha enviado un reactor nuclear al espacio, junto a un satélite en 1965. Y aunque los rovers Mars Curiosity y Perseverance funcionan mediante energía nuclear, no cuentan con un reactor que los alimente.

Viajes más cortos y eficientes

Sin embargo, la NASA no desconoce los beneficios de la propulsión nuclear para los viajes espaciales de largo aliento. Incluso estima que una nave espacial con este tipo de propulsión podría reducir hasta en un año los viajes de ida y vuelta hacia Marte: podríamos hacerlo en dos años, en vez de los tres que necesitamos con las tecnologías actuales.

Según una nota de prensa, la NASA estudia dos sistemas: la propulsión nuclear eléctrica y térmica. Ambas metodologías permitirían aprovechar la alineación planetaria óptima para un tránsito de baja energía en el tramo inicial de los viajes, y posteriormente utilizar el rendimiento mejorado de los nuevos enfoques de propulsión para emplear el máximo de energía en la segunda fase de las misiones.

Foto de portada: Agencia Espacial Federal de Rusia (Roscosmos).