El aprendizaje nos cambia y nos hace mejores, su impacto puede advertirse en distintas áreas de la vida. Sin embargo, aunque se conocía su poder en la dinámica cerebral, un nuevo estudio desarrollado por investigadores canadienses y alemanes ha logrado caracterizarlo y graficarlo: el aprendizaje genera un "estallido" en el cerebro, motivado por la actividad integrada de una enorme cantidad de neuronas.

En una investigación desarrollada a partir de una colaboración entre científicos de la Universidad de Ottawa, en Canadá, y la Universidad de Humboldt de Berlín, en Alemania, se han podido determinar interesantes características sobre la forma en la cual se organiza el cerebro durante el proceso de aprendizaje. De acuerdo a un comunicado, destaca la noción de una dinámica similar a un estallido o explosión para explicar la catarata de reacciones neuronales que se activan al mismo tiempo cuando aprendemos.

Los resultados del estudio, publicados recientemente en la revista Science, indican que un área llamada corteza perirrinal tiene un papel crucial en el proceso de aprendizaje que se concreta en el cerebro. En líneas generales, está encargada de acumular información proveniente de la percepción y de múltiples sentidos, para luego enviarla de regreso al resto de la corteza cerebral.

La corteza perirrinal es una región cortical, localizada en el lóbulo temporal medial. Conformada por las áreas de Brodmann 35 y 36, posee la función de recibir información previamente procesada desde diferentes regiones sensoriales. Aunque ya se conocía su papel trascendental en la memoria, ahora también se está estudiando su influencia en cuanto al aprendizaje.

Funciona como un puente entre el hipocampo, encargado de procesar aspectos como la ubicación o el contexto, y la capa exterior de la corteza cerebral. Mediante experimentos en ratones, los neurocientíficos descubrieron que la red establecida por la corteza perirrinal es trascendental para que el aprendizaje se concrete y para que, posteriormente, pueda ser recordado.

Ráfagas de actividad neuronal

Al mismo tiempo, el estudio logró establecer las características que posee la dinámica que se establece al momento de producirse un nuevo aprendizaje. Dicha información será la que posteriormente "viaje" por el cerebro gracias a la tarea de registro y comunicación que lleva adelante la corteza perirrinal.

Mediante análisis estadísticos y modelos computacionales destinados a replicar el procesamiento de la información en el cerebro, los especialistas pudieron determinar en los experimentos con ratones que ante determinados estímulos perceptivos que preceden al aprendizaje se producen violentas "ráfagas" de actividad neuronal. Estos estallidos, mucho más intensos que la actividad eléctrica convencional en las neuronas, marcan a fuego la adquisición de nuevos aprendizajes.

Según el Dr. Richard Naud, un neurocientífico computacional de la Universidad de Ottawa que participó en la investigación, "los estallidos están correlacionados con el aprendizaje y causalmente relacionados con la percepción. Lo que significa que es más probable que el roedor perciba algo si el estímulo crea un estallido en sus neuronas», destacó.

En consecuencia, puede decirse que este nuevo estudio logra dos grandes avances. Por un lado, describir el efecto de estallido o explosión que tiene lugar durante las reacciones neuronales ligadas al aprendizaje. Al mismo tiempo, también ha podido determinar el papel crucial de la corteza perirrinal en la construcción de un diálogo o canal de comunicación entre las distintas áreas relacionadas con el aprendizaje en el cerebro.

De aquí en más, los neurocientíficos se han propuesto investigar las características de la señal de aprendizaje que se genera en el cerebro en otros sectores. Concretamente, buscarán definir la forma que toman estas reacciones desde la corteza perirrinal hasta las áreas del cerebro de orden inferior.

Referencia

Perirhinal input to neocortical layer 1 controls learning. Guy Doron, Jiyun N. Shin, Naoya Takahashi, Moritz Drüke, Christina Bocklisch, Salina Skenderi et al. Science (2020).DOI:https://doi.org/10.1126/science.aaz3136

Foto: Dmitry Ratushny en Unsplash.