Para Manuel Gómez Ruiz los conciertos exigen intérpretes y público. Los primeros "sienten", asegura, la reacción del segundo, aunque se pregunta cómo percibirá esa respuesta ahora, en su primera actuación de la "era covid", con asistentes con mascarilla en auditorios con asientos vacíos. Lo comprobará mañana por la noche sobre el escenario del Teatro Principal de Santiago. Allí, acompañado del violín, violonchelo y piano del Trío Arbós -Premio Nacional de Música en 2013- y con un repertorio de canciones homenaje a Beethoven que acaban de grabar en disco, este tenor canario será el encargado de inaugurar el XXI Ciclo de Lied de Santiago.

-¿Es una ventaja que el lied cuente con un público entregado?

--El público que suele acudir a conciertos de lied es amante de la música y de un tipo en particular, pero invito a cualquiera a que venga a vernos porque el repertorio va a ser un monográfico de Beethoven por su 250 aniversario, que el virus ha nublado. Vamos a empezar con un ciclo de lied de canciones que escribió, "Auf die ferne Geliebte". Escribió canciones sueltas, pero estos son seis poemas unidos por la música, el primer ciclo que se conoce. Luego Schubert perfeccionó ese género, pero Beethoven fue el primero que revolucionó las formas haciendo un ciclo de lied. Antes de él, por decirlo de algún modo, eran canciones sueltas. A partir de ahí Schubert o Schumann utilizaron esa nueva forma de unir musicalmente poemas con la misma temática. Después se incorporan violín y chelo y haremos una serie de canciones para las que se inspiró en música, cantos y poesías populares. Va a ser un pequeño viaje por Europa con melodías danesas, alemanas, suecas, rusas, polacas, húngaras, ucranianas, italianas, francesas, portuguesa y española.

-Una unión europea musical. La UE escogió un movimiento de la "Novena" de Beethoven para su himno...

--Porque Beethoven era un europeísta revolucionario y liberal. Incluso le dedicó a Napoleón su 3ª sinfonía, la Heroica, pensando que iba a traer las libertades a Europa. Pero luego, viendo que se autoproclamó emperador, en sus manuscritos se ven tachaduras de la dedicatoria.

-Al final se logró con la UE...

-Han pasado muchísimos años para conseguirlo. Este programa también es un poco simbólico: empecé a trabajar la idea con el Brexit, se empezaba a dudar de la importancia de Europa, con la crisis de los exiliados sirios en la que cada país se comportó de una forma... se perdió un poco lo que representa la unidad europea, humanista, sobre todo. Es una forma bonita, a través de un compositor, de manifestar que somos un pueblo, porque con estas canciones, de fiesta, de amor, de pérdida, nos damos cuenta de que los sentimientos básicos de todas la naciones son los mismos.

-En su currículum figuran óperas, conciertos o recitales. ¿En qué formato se siente más cómodo?

--Me gusta la variedad, pero tengo predilección por el lied porque en él soy Manuel Gómez que experimenta y transmite una historia: medito la interpretación, la hago mía y la transmito. En una ópera, uno es un elemento más de la estructura y puede estudiar el personaje de tal forma o tal otra, pero tal vez el director de escena tenga otra visión. Lo especial del lied es que es muy auténtico. Y, aunque cada vez se programa más, es un género al que muchísimos programadores desgraciadamente le tienen un poco de miedo. Creen que al cantar en otra lengua la gente dirá que no lo entiende. Lo que yo no entiendo es cómo pueden programar una sonata de un piano solo de Schubert, pero no sus canciones. La barrera idiomática se puede resolver con un programa o yo mismo, en muchos recitales, antes de cada bloque, explico las canciones.

-Una sinfonía llega directamente al corazón. ¿Un lied más?

-Mucho más, porque además del texto, que tiene poesía, todo el mundo se siente identificado con la voz, porque, de alguna forma, desafinada o no, todos han cantado alguna canción de niño, un "cumpleaños feliz" o su canción favorita en la ducha. Es un instrumento que todos tenemos.

-¿Hemos aprendido a apreciar más la música clásica?

-España ha avanzado muchísimo: se han fundado muchas orquestas profesionales y hay un montón de auditorios nuevos. Pero no basta con construir un edificio espectacular que ha costado muchísimos millones con arquitecto estrella, sino que hay que darle un contenido: es lo más importante. Sobre lo de enseñar, opino que hay que llevarlo a las aulas para que los niños lo vean natural y cercano. Porque puede imponer un edificio histórico con butacas de terciopelo y hay quien dice que la ópera es carísima, pero, ¿cómo va a ser carísima si vas a un concierto de quien sea, Beyoncé o Lady Gaga, y pagas 80 o 100 euros? El concierto de Santiago cuesta 8 euros. Es una cuestión de valores, de aprender a apreciar la cultura.

-El mundo de la cultura se queja de sentirse relegado...

-Siempre es la última en ser considerada, lo que es muy triste. porque es lo que nos dignifica como personas.

-¿Cómo puede el arte ayudar a mejorar el mundo?

-El arte puede cambiar el mundo dando conciencia de los problemas que existen. Por ejemplo, el mundo tuvo más conciencia del bombardeo de Guernica a través de Picasso. En ese sentido, el arte puede dar relevancia a una problemática, a un sentimiento. Yo, por ejemplo, con estas canciones de Beethoven junto al Trío Arbós, quiero dar relevancia a que una Europa unida humanística, social, culturalmente, es necesaria y se puede hacer. Si lo hizo un compositor con su música hace 250 años , se puede.