"No sé por qué razón las cadenas privadas no cumplen la ley y las oficiales la malcumplen o lo hacen a regañadientes", afirma Borau en la entrevista que concede a Efe en vísperas de su ingreso, el próximo domingo, en la Real Academia Española.

La Ley de Cine establece que las televisiones deben destinar un cinco por ciento al cine, y Borau tiene muy claro que "hace falta esa colaboración", que se da en países como "Francia, Italia o Alemania, donde lo consideran una inversión".

El cine español, dice uno de sus principales creadores, "ha estado siempre en crisis por distintas razones". Si durante el franquismo fue la censura, ahora "otro de los problemas es que se produce demasiado", señala Borau, que fue presidente de la Academia Española de Cine de 1994 a 1998.

En 2007 se produjeron 170 películas, de las que se estrenaron una cuarta parte "en condiciones normales de distribución". "Esa cifra apenas la puede digerir ni Hollywood. Es un disparate, aunque tampoco le puedes impedir a nadie que haga películas", asegura el nuevo académico de la Lengua.

El director de "Furtivos", uno de los grandes éxitos del cine español, cree que si la gente ve pocas películas españolas es "porque no le gustan, hablando claro".

"El español siempre tiende a no valorar lo suyo, todo lo contrario que el francés, que sólo aprecia lo suyo. Las dos posturas son igual de idiotas, pero, de las dos idioteces, la de los franceses es más rentable", afirma el presidente de la SGAE, que, próximo ya a cumplir los 80, no sabe de dónde saca "fuerzas ni tiempo" para hacer frente a sus múltiples responsabilidades. "Mi vida es un milagro diario", bromea.

Borau, Premio Nacional de Cinematografía, opina que no hay por qué competir con el cine americano. "Ellos ruedan durante seis meses y con 40 millones de dólares de presupuesto, y nosotros lo hacemos en seis semanas y con cuatro millones de euros, como mucho", comenta.

Pero "sí se puede competir, ventajosamente incluso, en imaginación y en talento; y también en originalidad, humanidad, calidad literaria o cinematográfica. Pero no nos damos cuenta de eso", concluye Borau.