Resulta cansino tener que hablar de Operación Triunfo. Y lo digo porque este programa me agota, me agota de verdad. Cada vez que pillo el mando y paso por Telecinco y está el programa me da mucha pereza quedarme. ¿Por qué el público no para de gritar nunca? ¿Por qué Jesús Vázquez se pasa tres cuartas partes del programa mandando callar al público? ¿La gente no tiene cultura televisiva suficiente como para saber que mientras hablan se tienen que callar si no en casa no nos enteramos de nada?

Ayer, aburrido como estaba mientras veía la final que ganaba la insulsa de Virginia, se me dio por medir (más bien se trata de una estimación) el tiempo que Jesús Vázquez empleaba en conseguir que los miembros del jurado (que ayer se esmeraron más que nunca en repartir azúcar a todos los concursantes) pudiesen decir lo que tenían que decir. Y así, a ojo de buen cubero me salía que de los tres minutos que debería durar la intervención, todo se alargaba un par de minutos más porque siempre aparecía el grito de alguien por detrás que obligaba al ferrolano a cortar el discurso y pedir silencio.

Total, que con tanta interrupción y tanto cuento, siempre van apurados de tiempo. Pero de eso tampoco tiene la culpa el público. ¿Por qué las galas duran tantas horas? ¿Era necesario que cantaran tres canciones cada uno? ¿Era necesario poner el video de Agua? ¿Era aún más necesario tener que ver el videoclip del tema Tengo el Corazón Contento (Teddy Bautista si que está contento hoy)? ¿Era necesario ver a los patrocinadores pasear uno por uno en el escenario?

Pero algo que me quedó claro ayer, fue la victoria de Risto Mejide. Ayer, él fue el verdadero ganador de esta edición de Operación Triunfo. Durante semanas centró los comentarios de todos los programas sesudos de Telecinco (entiéndase por sesudo AR) pero lo de ayer fue el final de una brillante campaña orquestada por él mismo y que le ha llevado a conseguir lo que desde el primer día se propuso: hacer que ganara Virginia.

Todo le salió a pedir de boca. Chipper quedó tercero, y aunque se deshizo en piropos con Pablo (Noemí, su compi de jurado le había dicho que era la noche del buen rollo), no tardó en recordar que la ganadora sería la chica de los ojos azules. Y no falló. Les dejó claro a todos el poder que tiene dentro de la Academia y no sólo por el hecho de conseguir lo que ha conseguido sino porque los últimos diez minutos de la gala no estuvo presente, y aún así seguíamos pendientes de lo que le había ocurrido a Risto.

Y es que él parecía ser el único que veía lo que ha pasado en ese programa durante toda la temporada (suscribo su definición del programa como el más vulgar y con más envidias de toda la historia), pues hacía tiempo que no veía una proclamación de una victoria tan triste como la de ayer. Ninguno de los compañeros de la cordobesa se acercó a abrazarla. Las primeras preguntas de Jesús Vázquez fueron hacia Pablo y la mayor parte del público (otra vez) gritaba tongo, tongo. Parecía que en realidad no había ganado nadie. O más bien, que a la organización de OT se la repanfinflaba. Pero lo mejor empieza ahora. Cuando no se coman un colín en el mundo de la música (y si lo hacen será algo pasajero), todos se acordarán de Risto y verán que lo que les dijo no era más que la pura verdad.