Un grupo de investigadores, liderado por María Blasco, ha constatado que los telómeros cortos son la principal fuente de daño causante del envejecimiento del organismo, y ha descrito por primera vez las alteraciones genéticas y epigenéticas por las que esto se produce.

Cuanto más largos son los telómeros -situados en la parte final de los cromosomas- más puede multiplicarse una célula, incluidas las células madre que regeneran los tejidos, y por lo tanto el organismo se mantiene más joven durante más tiempo.

Las conclusiones de este trabajo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) se han publicado en la revista PNAS.

La hipótesis más aceptada de por qué envejecemos es la acumulación de daño en el material genético (DNA), que se produciría asociado al proceso mismo de la vida.

Sin embargo, ha recordado el CNIO en una nota de prensa, la naturaleza del daño causante de envejecimiento es aún motivo de intenso debate científico.

Las células, al irse dividiendo para dar lugar a nuevas células, van transmitiendo un DNA dañado e incompleto debido a la pérdida progresiva de unas estructuras protectoras del DNA denominadas telómeros.

Cuando los telómeros se acortan por debajo de una longitud mínima, las células interrumpen su ciclo celular y dejan de regenerar los tejidos, produciéndose así el envejecimiento de las células y consecuentemente el envejecimiento de todo el organismo.

En este nuevo estudio del CNIO, sus autores señalan que el daño producido por los telómeros cortos desemboca en cambios globales en los genes que están involucrados en el envejecimiento celular.

Esto provoca una disminución de la capacidad de división de las células, así como de su capacidad para reparar el daño en el DNA.

Los telómeros cortos, según el equipo de Blasco, también interfieren en importantes procesos epigenéticos (rasgos que se configuran en el transcurso del desarrollo de un ser vivo).

Entre ellos, la inactivación del cromosoma X en las hembras (defectos en la inactivación de este cromosoma tendría consecuencias fatales para la viabilidad de las células).

"Este descubrimiento sugiere que el progresivo acortamiento de los telómeros y la acumulación de los telómeros disfuncionales constituyen la principal fuente de daño, que es suficiente para provocar el envejecimiento del organismo", según Blasco, quien ha trabajado en este estudio con Stefan Schoeftner y Raquel Blanco.

El equipo de Blasco demostró el año pasado que la relación entre telómeros y envejecimiento también funcionaba en mamíferos.

Ratones tratados con telomerasa (enzima) envejecen más tarde y viven hasta un 40 por ciento más, según los descubrimientos de este equipo.