Esta es la principal conclusión del estudio elaborado por la Fundación Migraña y la Sociedad Andaluza para el Estudio de las Enfermedades por Alimentos (SAEIA), que ha sido presentado hoy en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia.

Según esta investigación, llevada a cabo durante 30 años por un grupo de médicos de veinte especialidades distintas, el 80 por ciento de las enfermedades crónicas, como la migraña, la fibromialgia o la artrosis, tiene su origen en un trastorno alimentario.

En el caso de las migrañas, la intolerancia varía dependiendo de cada persona, aunque "uno de los grupos más importantes y que genera más problemas suele ser la leche y sus derivados", ha explicado el presidente de la SAEIA y coordinador del proyecto, Félix López Elorza.

En muchas ocasiones, los consumidores no son conscientes de la presencia de productos derivados de la leche en determinados alimentos, "ya que cierto tipo de pan, patés, carnes y otros embutidos llevan proteínas lácteas para ser más agradables al ingerirlos".

Según el estudio, los supermercados están llenos de "productos trampa", y ofertan "alimentos atractivos a la vista y fáciles de consumir, pero llenos de conservantes y productos contraindicados para la salud humana".

Para determinar si una patología está originada por los alimentos, es necesario estudiar los diferentes síntomas que afectan al paciente, ya que, según esta investigación, la combinación de la migraña con dolores musculares, trastornos del aparato digestivo, alteraciones del sueño o dermatitis determina el origen alimentario de la enfermedad.

El doctor López Elorza ha explicado que el primer diagnóstico se realiza con nueve alimentos básicos: la leche, la yema y la clara de huevo, la ternera, el cerdo, el pollo, el trigo y el pescado blanco y azul.

En el 70 por ciento de los casos, la migraña se produce por una intolerancia a uno o varios de estos alimentos, ha asegurado.

En el resto de casos, cuando no responde negativamente a ninguno de estos productos, se debe hacer un seguimiento de los síntomas y de los hábitos alimenticios durante diez días.

No obstante, el estudio precisa que es necesario distinguir entre las alergias alimentarias, que son de reacción inmediata, y las intolerancias, que son una acción tóxica latente en el cuerpo y de evolución más lenta.

El estudio ha detectado también que los fármacos utilizados para paliar los dolores provocados por las enfermedades crónicas pueden agravar los síntomas.

Según las conclusiones de esta investigación, las enfermedades crónicas provocadas por trastornos alimentarios tienen cura en un 95 por ciento de los casos, que consiste en una dieta terapéutica que evita que las proteínas de unos alimentos no interfieran con las de otros.

"Se puede corregir y curar", ha asegurado la presidenta de la Fundación Migraña, Elena Ruiz de la Torre, una de las personas que ha encontrado solución a su problema a través de la dieta alimentaria.