Mike Griffin se enzarzaba en una tremenda discusión con una de las principales encargadas del gabinete interino de Obama, Lori Garver, sobre la fiabilidad y futuro del programa espacial estadounidense.

En los instantes finales de una agria conversación telefónica, Griffin --"con la cara roja de ira", según declararon fuentes cercanas al administrador al 'Orlando Sentinel'-- exigía a gritos hablar directamente con el presidente electo, al tiempo que consideraba a Garver como "carente de las calificaciones necesarias" para adoptar decisiones sobre el Programa Constelación --el proyecto de la NASA por el que se pretenden reanudar las misiones lunares.

A pesar de que el jefe de Comunicaciones estratégicas de la NASA, Chris Shank, negó que Griffin esté limitando el acceso a la información al "equipo espacial" de la administración interina de Obama, el mero hecho de que la historia esté circulando por los medios estadounidenses es señal de tensión entre ambas partes.

De hecho, y a pesar de sus intentos conciliadores, el propio Shank llegó a expresar su preocupación sobre la falta de conocimientos técnicos en el comité designado por el presidente electo, temiendo que el "cambio" que prometía Obama tras su victoria en las elecciones de noviembre afecte también a la agencia espacial, que lleva años intentando desembarazarse de la percepción de que su existencia no sólo es superflua, sino también un duro gravamen para la administración federal estadounidense.

En 2004, el presidente George W. Bush anunciaba un impulso del programa espacial estadounidense. El objetivo: viajar más allá de la Luna y fomentar los primeros proyectos de colonización en Marte. No obstante, muchos veían detrás de este anuncio la mano del arquitecto político de Bush, Karl Rove, para garantizar los votos en estados tradicionalmente asociados a la carrera espacial, como Florida y Texas, junto con los partidarios nostálgicos de los días de gloria del programa Apolo. Sin embargo, las medidas prometidas por Bush cobraron forma, y se llegó incluso a formalizar un plan para completar la Estación Espacial Internacional para el año 2010, reservando 4.000 millones de dólares que serían empleados en cohetes de repuesto y nuevos módulos lunares.

Aprovechando este impulso, la NASA ha comenzado el desarrollo de nuevas lanzaderas con la esperanza de estrenarlas en 2015 y reemprender misiones tripuladas a la Luna en 2020. Los costes, como viene siendo habitual, se han disparado por encima del presupuesto, pero no tanto como se esperaba. "Desde el accidente del Columbia en 2003, nos hemos movido en la dirección correcta", declaraba Shank. "Pero nos preocupa que podamos perder todo lo que conseguimos", añadió.

El equipo de Obama escogió a Garver por su amplio currículum al servicio de la agencia espacial. Sin embargo, su tarea sólo se redujo al ámbito de la administración y las relaciones públicas. En otras palabras, se dice que Garver desconoce absolutamente todo lo referente a cuestiones de ingeniería. Es más, se la conoce generalmente por ser la persona que compitió en 2002 con el cantante Lance Bass --de la banda de pop juvenil N' Sync-- por un puesto en el vuelo a la EEI a bordo de un cohete ruso (ninguno de los dos terminó abandonando la Tierra).

CIENTÍFICOS

Sorprende porque la administración de Obama se ha distinguido por introducir a un gran número de expertos científicos como el ganador del premio Nobel de Física, Steven Chu. Garver no parece pertenecer a esta quinta, lo que ha provocado la disconformidad del administrador de la NASA, Griffin, titulado en Ingeniería.

Según parece, la conversación entre ambos se calentó en el momento en el que Garver comunicó a Griffin su intención de descartar los programas para el Ares 1 --destinado exclusivamente al transporte de astronautas--, sustituyéndolos por los cohetes Atlas V y Delta IV, actualmente empleados para el despegue de satélites pero que podrían ser modificados para su uso en misiones tripuladas. Fuentes de la NASA aseguran que Griffin presentará su dimisión inmediata si le obligan a meter a astronautas en estos cohetes.

En general, la NASA tiene motivos para desconfiar de las intenciones de Obama, quien hace un año declaraba su intención de redestinar 18.000 millones de dólares desde el programa espacial hacia un nuevo programa educativo. En enero de 2008, no obstante, se comprometía a apoyar la iniciativa espacial de Bush --en parte para ganarse a los estados antes mencionados-- y señaló que el año 2020 sería la fecha en la que la humanidad volvería a pisar de nuevo la Luna.

Pero ahora es presidente electo y Griffin se teme lo peor, como manifestó a voz en grito según el diario estadounidense durante una fiesta en Washington. Otras fuentes, como el astronauta retirado Scott Horowitz, matizó a la revista Time que el enfado podría haber sido exagerado, pero confirmó que Griffin tiene serias dudas sobre la capacidad de la encargada del comité de Obama.

"A mi me parece una trola de mierda", declaró Horowitz sobre el enfado de Griffin. "Pero también creo que respondió con toda honestidad. Y creo que Lori Garver no está preparada para realizar juicios técnicos sobre la arquitectura del sistema de exploración espacial". Fuentes anónimas de la NASA conceden que Griffin puede ser "brutalmente honesto y carente de tacto alguno", pero no parece del tipo de personas que terminan las conversaciones a gritos.

Por ahora, según informan las fuentes de la NASA, la administración espacial se ha decidido a mantenerse tranquilos y a la espera de nuevas evoluciones, pero siempre haciendo presión para que Griffin conserve su puesto y deseando que Obama se decida a reanudar los sueños del presidente John F. Kennedy, y devolver al hombre a las estrellas.