En un comunicado divulgado hoy, el museo explicó que el meteorito, que tiene el tamaño de una mandarina satsuma, se estrelló en Tanzania en 1938 y se le llamó Ivuna.

De todos los restos recuperados de aquel impacto, la del Museo de Historia Natural es la única roca que va a poder ser estudiada en profundidad, ya que la mayoría de los fragmentos son propiedad del Gobierno de Tanzania o están en manos de coleccionistas privados.

Esta roca también pertenecía a una colección privada de EEUU antes de que el Museo de Historia Natural de Londres la adquiriera.

Este tipo de meteoritos, muy poco frecuentes, se contaminan muy fácilmente cuando están en contacto con el aire, pero el mimo con el que sus anteriores dueños lo conservaron, en una atmósfera de nitrógeno, permitió mantener sus propiedades intactas.

A través de su estudio, los científicos pretenden responder a la pregunta de si las sustancias químicas que hicieron posible la vida en la Tierra provenían de las estrellas.

Además, un mejor conocimiento de los complejos procesos que ocurrieron en el sistema solar hace 4.500 millones de años ayudaría a entender los procesos de formación de planetas en otros sistemas estelares.