Como un globo que se hincha demasiado rápido, el bulo de la "energía azul" -como se denomina esta presunta revolución científica- pasó en cuestión de días del total anonimato a copar las portadas de la prensa nacional, y meses después, a reventar en un sonoro fracaso, salpicando de controversia y suspicacias a sus protagonistas.

La cuestión no deja a nadie indiferente y levanta pasiones en todos los estratos sociales de Indonesia, desde los puestos de comida ambulantes, donde se comentan animadamente las últimas novedades del culebrón pseudocientífico, hasta los consejos de ministros del gobierno.

La polémica va mucho más allá de la viabilidad química del proyecto, que han descartado categóricamente la mayoría de los expertos consultados, porque cuenta con hondas implicaciones en los ámbitos político, empresarial y académico del país.

En su estrepitosa caída, Joko Suprapto, la brillante estrella del panorama científico indonesio, está arrastrando, entre otros, a la prestigiosa universidad que le financió para desarrollar su proyecto y al propio presidente, Susilo Bambang Yudhoyono, que lo apoyó públicamente.

El presidente tildó en distintas ocasiones la presunta invención energética de "regalo de Indonesia al mundo" y de "triunfo del pueblo de Indonesia".

Recientemente, el periódico "The Jakarta Post" solicitaba la opinión de sus lectores a este respecto en una sección habitual en la que sin cortapisas preguntaba: "¿Cómo el presidente, que es un licenciado, puede ser fácilmente engañado por este bulo?".

Esta trama tragicómica y con pinceladas de realismo mágico comenzó a enredarse a principios de 2007, cuando Suprapto, de 48 años, logró acercarse al círculo del presidente de Indonesia para presentar su idea, según él, inspirada en el Corán y fruto de seis años de investigación.

Allí encontró apoyo que necesitaba para acceder a entrevistarse en privado con el presidente Yudhoyono algunas semanas más tarde, quien se mostró "receptivo" desde el primer momento, según la revista de análisis político "Tempo".

Con el paso de los meses, este proyecto entró a formar parte de la miríada de actividades que tenían cabida dentro de un nuevo centro de investigación científica del Movimiento para una Indonesia Unida, un grupo de presión cercano al presidente.

Posteriormente, en la conferencia de Bali contra el Cambio Climático en la que se reunieron expertos y políticos de todo el mundo el pasado diciembre, Yudhoyono, rodeado de la plana mayor de su gabinete, dispensó un caluroso recibimiento a Suprapto y elogió públicamente su proyecto.

En la cima del éxito, ese mismo mes, el alquimista indonesio encabezó una caravana de vehículos presuntamente movidos por "energía azul" que atravesó la isla de Java, y la universidad Muhammadiyah de Yogyakarta aceptó su proyecto, al que destinó un presupuesto de 1.500 millones de rupias, unos 165.000 dólares.

Pero poco después se produjo la caída, agudizada por su repentina y sospechosa desaparición durante dos semanas de mayo, coincidiendo con la cita que tenía concertada con el presidente para presentarle los avances de su investigación.

Desde entonces, Suprapto es criticado sin piedad por los medios locales, los políticos le dan la espalda y la universidad que financió el proyecto acaba de denunciarle por estafa.

Suprapto se debate ahora en el ocaso de su fama, intentando recuperar la iniciativa a golpe de ruedas de prensa y otros actos públicos en los que pide confianza y asegura que se encuentra amenazado, pero ya todo su ruido parece en vano.