Se trata de Simnewb, un bebé que mide 51 centímetros, pesa 3,5 kilogramos y que integra una compleja tecnología que reproduce las características de un neonato: respiración y movilidad espontánea (espasmos, temblores...), emisión de sonidos vocales (llantos, quejidos...), alteración de las pupilas e incluso cianosis -color azulado de la piel-, entre otras.

"Su alto grado de realismo hará que los universitarios se involucren más y facilitará la práctica en los programas de reanimación neonatal, así como en los procedimientos y cuidados intensivos de recién nacidos", ha afirmado el farmacéutico y director de la empresa creadora del simulador, Jorge Vilaplana.

Según ha explicado el representante de Laerdal, el simulador va acompañado de un monitor, como los de las Unidades de Cuidados Intensivos, donde se pueden modificar diferentes parámetros fisiológicos referentes al bebé-maniquí como su tensión, pulso o nivel de oxígeno.

Además, el equipo incluye un software específico y una webcam que permiten grabar las actuaciones realizadas por los facultativos y el instructor para un posterior análisis y evaluación.

El cardiólogo especializado en simulación médica, Raúl Alsino, ha comentado que este método de enseñanza es muy eficaz, ya que "en las clases teóricas sólo hay una retención del conocimiento del 5 por ciento, mientras que en las prácticas el aprendizaje llega al 70 por ciento".

Ha destacado que, aunque se usan muñecos simuladores desde hace treinta años para hacer masajes cardiacos, los actuales son una nueva generación dotados de inteligencia y que permiten más posibilidades como la inyección de droga para comprobar su posterior reacción.

No obstante, el especialista ha puntualizado que el simulador es un instrumento, cuya "virtuosidad depende de la habilidad del instructor para crear un escenario realista y adaptado a los conocimientos de los estudiantes".