Un brazo robótico se hizo el viernes con una muestra de tierra marciana del tamaño de una taza y la colocó en el Analizador de Desarrollo Térmico y de Gas (TEGA), que tenía programada una semana entera para determinar el contenido acuoso y mineral de la tierra.

El TEGA dispone de un mecanismo que impide que las partículas grandes lo atasquen, por lo que sólo aquellas más estrechas de un milímetro pueden pasar a través de él y ser verificadas por un sistema de rayos infrarrojos. El rayo aún no ha confirmado que haya actividad alguna en el interior de la máquina y los investigadores de la NASA admiten no saber los motivos, aunque sospechan que la tierra esté demasiado compacta.

"En el futuro, puede que preparemos la tierra aplastando la superficie y más tarde espolvorear una cantidad más pequeña por encima de la compuerta", explicó Ray Arvidson, el jefe del equipo de científicos. Sin embargo, los ingenieros siguen buscando la manera de poder introducir las muestras actuales en el instrumento.

La sonda espacial, que costó 420 millones de dólares (millones de euros), se pasó diez meses para llegar a Marte hace doce días. Esta misión se propuso después de que el Mars Odyssey detectase agua helada debajo de la superficie del planeta Marte en el año 2002.

Este ha sido el primer intento de la sonda de analizar la tierra marciana, que podría contener sal, que habría permanecido tras la evaporación de agua o hielo.