La organización apunta, en un comunicado, que el CSN no aporta explicaciones convincentes sobre la causa del escape de radiactividad al exterior de la central que se produjo el pasado 26 de noviembre.

Greenpeace recuerda que, a pesar de que la contaminación se produjo en noviembre, hasta el 14 de marzo no se realizó la primera detección de una partícula radiactiva, y hasta el dos de abril no se detectaron más.

Si la contaminación radiactiva se empezó a emitir hace algo más de cuatro meses, lo que la central y el CSN han medido en los últimos días (150 partículas radiactivas dentro y fuera de la central) es una mínima fracción de lo que en realidad se vertió en noviembre, señala la organización ecologista.

Greenpeace afirma que "todo lo que el CSN no ha podido medir, porque ya no está en el emplazamiento de la central, se habrá difundido en el entorno", arrastrado por el viento y la lluvia de estos meses.

La organización señala que el CSN, al asegurar que la radiactividad medida está por debajo de los límites de dosis reglamentarios, no aclara que estos límites de incorporación anual dependen también de la vía de incorporación de la radiactividad (inhalación o ingestión) o del tramo de edad de la persona que lo ingiera.

Afirma que la nota del CSN no es clara cuando habla sobre el origen del suceso que provocó la emisión de radiactividad ni explica cómo el aire del edificio de combustible pasó primero hasta el sistema de ventilación de emergencia y después al sistema de ventilación normal.