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Más de lo esperado, menos de lo deseado

El pasado 26 de junio se ponía a la venta en nuestro país el esperado nuevo dispositivo de Apple

Ya han pasado más de 50 días desde que el Apple Watch se pusiera a la venta en nuestro país, y una vez transcurrido el primer huracán informativo va siendo hora de sentarse a analizar lo que ha supuesto este dispositivo y es que teniendo en cuenta que está en mi muñeca desde antes de su lanzamiento en España, conviene recapitular sobre lo divino y lo humano de un reloj inteligente que, por ahora, no ha dejado a nadie indiferente.

No cabe duda de que lo más sorprendente es que 50 días después el Apple Watch sigue en mi muñeca. Seamos claros: un servidor es acérrimo defensor de los relojes. Pero de los de verdad. En los últimos años son varias las docenas de "relojes inteligentes" que han pasado por mis manos... Bueno, por mis muñecas, y siempre con el mismo resultado: al cabo de unos pocos días regresan a su caja y se vuelven por donde han venido.

Que nadie me malinterprete: no estoy diciendo que los relojes inteligentes que había hasta ahora fueran malos. Al contrario, cumplían con todo lo que prometían, pero les faltaba algo. Demasiado plástico y poco espíritu. Y la verdad es que a priori no esperaba mucho más del Apple Watch.

Tal vez, esa falta de espectativas hizo que al empezar a utilizarlo me sorprendiera su funcionamiento, en las antípodas de lo que conocía. No cabía duda de que este reloj inteligente era distinto a todo lo que yo había probado.

¿El motivo? Simple: las aplicaciones. Si eres lector habitual del Cyberdiario ya habrás leído aquí en más de una ocasión que "un sistema móvil es tan bueno como lo son sus aplicaciones" -la cita no es mía, no doy para tanto-. Y ese era precisamente el talón de Aquiles de todos los relojes inteligentes hasta la llegada del Apple Watch: la falta de aplicaciones reales, la ausencia de una interacción útil con el teléfono móvil.

El dispositivo de Apple ha roto de esta forma con todo lo visto hasta ahora al poder utilizar las aplicaciones que hay instaladas en el iPhone, pieza imprescindible para el funcionamiento del reloj.

De repente me di cuenta de que el estar todo el día pendiente del teléfono pasaba a ser historia ya que las notificaciones aparecían en el reloj de forma rápida, eficaz y discreta. Y esa es la clave: la discrección. El teléfono ya no monopoliza tu tiempo, y prestas más atención a lo que tienes a tu alrededor, a las personas que hay delante. Pero cuidado: se corre el riesgo de que sea el reloj quien nos monopolice.

Al comprar un Apple Watch en realidad no adquieres un dispositivo más, compras tiempo. Minutos de valioso tiempo. Ahora puedes revisar el correo, los whatsapps y los mensajes de forma rápida, eliminando lo que no necesitas al instante y en cualquier lugar. Tus buzones se ven así libres de cientos de emails, y cuando revisas el resto en el ordenador lo haces en menos tiempo: la criba hecha en el reloj ha dado fruto.

Pero esas mismas aplicaciones que lo hacen distinto podrían significar también su muerte. Muchas fallan, otras no permiten interactuar más allá de leer una simple notificación y algunas incluso provocan el cierre de la app en el móvil. Y esto es muy peligroso.

No cabe duda de que el Apple Watch es un dispositivo único, que funciona infinitamente mejor de lo esperado y que ha supuesto un punto de inflexión, pero todavía tiene carencias que hay que subsanar. Y no, la duración de la batería no es una de ellas.

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