Londres, 1903. Dorothy Levitt salta a la fama tras convertirse en la primera piloto de carreras del Reino Unido y una de las primeras del mundo. Las fotografías al volante de su automóvil ocupan la primera plana de los periódicos. En una época en la que la conducción era un asunto de hombres, la hazaña es recibida con desdén e incluso con amenazas. Muchos temen que el ejemplo de Levitt anime a otras mujeres a aprender a conducir o, aún peor, a ser independientes.Injustamente olvidada, Levitt inventó el espejo retrovisor, entre otros de sus éxitos.