La aventura intelectual de Manuel Torres Vizcaya sigue un camino riguroso desde su tesis doctoral, en la que pone de manifiesto la conexión y vinculación entre el concepto nietzscheano Auslegung y el heideggeriano Versthen, hasta sus artículos en revistas especializadas en las que reflexiona sobre los grandes filósofos como Platón y sobre temas relacionados con la enseñanza y la función directiva. A los que no conocen su trayectoria puede sorprender la aparición de su último libro La inspección educativa: una mirada desde la experiencia. Pero el autor impartió docencia de Filosofía en institutos de secundaria durante más de 15 años y después accedió a una plaza de inspector de Educación de la Xunta de Galicia. Antes y ahora se ha preocupado por el lógos, la educación, la lectura de los clásicos y por una actividad filosófica que incluye tanto la crítica racional del mundo en que desarrolla su trabajo como un estudio constante de los grandes maestros de la filosofía, entre ellos los griegos, el autor de El nacimiento de la tragedia, Gadamer o Steiner, al que estudió cuando era en España el centro de atención de una minoría.
El nuevo libro viene a sumarse a otras publicaciones como De mil amores. Una introducción a la filosofía desde Platón o La taxidermia del intelecto. Filosofía, locura y consecuencias del saber en la era digital. En este último hay una crítica del quijotismo cibernético y del analfabetismo funcional, aparte de un elogio del Meister por excelencia o maestro con mayúsculas.
Si en La taxidermia del intelecto Torres Vizcaya escribe un ensayo sobre la actual cultura digital, en La inspección educativa: una mirada desde la experiencia el autor pone de manifiesto su lente de filósofo, porque no es la suya la visión de un técnico sin horizontes ni la de un supervisor, sino la de alguien que aporta reflexiones e ideas con afán de que en el cambiante mundo de la enseñanza haya un marco teórico como punto de partida. Quizá lo más interesante sea su concepto de educación, algo que ya había esbozado en libros y trabajos anteriores, y el intento de deconstrucción de la tarea inspectora que en los últimos tiempos se ha asociado a un trabajo excesivamente burocrático en nuestro país. En el actual modelo educativo considera que tiene que haber unas bases a priori y que la inspección debe aportar propuestas a la labor docente. Búsqueda por tanto de algo permanente frente a la continua mudanza y análisis de los fundamentos que deben guiar la práctica de la inspección. El resultado es un trabajo vigoroso que, en medio de la rutina y del esperanto tecnocrático y tecnológico, abre interrogantes y plantea soluciones a partir de un pensamiento alejado de las modas.
