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El dolor de la separación

Agota Kristof compone en su trilogía Claus y Lucas una obra despojada de artificios sobre los horrores del totalitarismo

Claus y Lucas - Agota Kristof - Libros del Asteroide - 472 páginas, 24,95€

Sin haber cumplido todavía los 30 años y un lustro después de aterrizar en la Suiza francófona, huyendo de la represión húngara, con su esposo y su hija de cuatro meses, Agota Kristof no sabía aún hablar francés. Pero, sin embargo, decidió que iba a escribir en ese idioma. Finalmente, así fue. Se convirtió, como ella misma admitiría en sus memorias, en una "escritora analfabeta". Y en autora, a la vez, de una trilogía de novelas que componen una de las obras más desnudas y sinceras de la literatura centroeuropea del siglo pasado, considerada por muchos pieza maestra sobre los horrores del totalitarismo.

En El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira, que ahora publica Libros del Asteroide, agrupadas en un único volumen con el título de Claus y Lucas, y que vio la luz por primera vez a finales de los años ochenta, cuenta, recurriendo a su experiencia, la historia de dos gemelos dejados por su madre bajo la custodia de su abuela en un pueblo sin nombre, en las afueras de una ciudad que tampoco lo tiene y en un país también anónimo durante un conflicto bélico sin identificar. Todos insisten en que el padre de los dos principales protagonistas ha sido asesinado en la guerra. La abuela trata a los gemelos con dureza, negándoles casi todas las necesidades básicas. Ellos, a su vez, aprenden a sobrevivir valiéndose de la astucia, el robo y ocasionalmente de cierta crueldad.

La primera de las novelas se presenta en capítulos cortos, pocos de ellos con más de dos páginas, escritos en una prosa minimalista. Kristof prescinde del lenguaje figurativo y de las oraciones complejas. La franqueza de su estilo ayuda a hacer comprensibles los destellos de la dura vida de los gemelos, sus relaciones con los vecinos, los soldados de un ejército invasor, y con el sacerdote de la aldea y su ama de llaves. Al final de El gran cuaderno, los gemelos ya son identificados por sus nombres y se separan. Uno cruza la frontera, el otro regresa a casa. La prueba es el relato de la vida de Lucas en el pueblo de su abuela y, tras su muerte, en uno cercano. Es una existencia amarga, llena de amor frustrado y angustia. En La tercera mentira, la parte final del tríptico, los gemelos, Lucas y Claus, vuelven a encontrarse en la capital del país, un lugar reconocible como Budapest por la topografía urbana y los nombres de las estaciones de tren.

Kristof recurre a los recuerdos más amargos de su vida para retratar de manera conmovedora el espeluznante mundo convulso que rodea a los personajes de sus novelas. No desperdicia palabras porque no le sobran, su prosa es simple como lo era su conocimiento de la gramática del idioma en que se había visto obligada de nuevo a alfabetizarse. "Sé que jamás escribiré francés como lo hacen los escritores franceses nativos, pero lo haré como pueda, lo mejor que pueda", contó en La analfabeta (2004), el relato autobiográfico de parte de su vida.

La lengua adoptada de un país que no eligió y al que llegó forzada por las circunstancias dio lugar a una prosa radical y libre de artificio. Nunca pensó en escribir en húngaro: el hecho de tener que desenvolverse en francés mató, según ella misma se encargaría de transmitir, la lengua materna.

Los gemelos no sólo están contando su historia, editan, revisan, redactan y ordenan sus vidas. Para ellos, la verdad permanece encerrada en una prosa despojada de subjetividad que el sentimiento no corrompe. Pero mientras la palabra permanece a la intemperie y las descripciones se suceden ante el lector con una extraordinaria pureza y ahorro de medios, la estructura del relato es menos inocente. Denota la imaginación de una cabeza literaria mucho más calculadora. No perderán el tiempo leyendo Claus y Lucas, uno de esos libros escritos para poder soportar el dolor de la separación en un mundo hostil y cuyo eco no se apaga con facilidad.

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