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Y Juan Benet vive

El interés permanente por un escritor excepcional

Benet. La ambición y el estilo - RAFAEL GARCÍA MALDONADO - Ediciones del Viento, 260 pp.

En el otoño de 1994 y bajo la dirección del catedrático José María Martínez Cachero, defendí con éxito mi tesis doctoral en la Universidad de Oviedo ante un Tribunal presidido por el hoy director de la Real Academia Española, Darío Villanueva: "Una meditación crítica sobre Juan Benet". La animaba el propósito de ser un recorrido exhaustivo por la vida y obra del escritor (e ingeniero de Caminos), muerto en 1993. Aspiraba asimismo a rendir homenaje a quien fuera figura excepcional de nuestras letras y con el que me unió amistad. En febrero de 1998, la editorial Alfaguara decidió publicarla ?con las correcciones oportunas por mi parte para hacer su lectura más llevadera, entre ellas eliminar la palabra "crítica" de su título?, me satisfizo el magro adelanto económico habitual por entonces y se desentendió por completo del libro. Ni recibí información sobre sus ventas, ni las liquidaciones correspondientes. Con lo cual, Una meditación sobre Juan Benet se convirtió en el libro de quien todos los benetianos o aspirantes a tal nombre hablaban, pero que era imposible de encontrar en librerías, descatalogado enseguida. (Acabo de verlo en Amazon "desde 275 $" y usado, qué barbaridad). Ahora, 20 años después de mi obra esfumada, el escritor (novelista y relatista) y ejerciente boticario malagueño Rafael García Maldonado (1981) emprende un proyecto casi semejante: volver a Juan Benet recorriendo su vida y obra. Su generosa cita en el prólogo vale aún más al provenir de alguien a quien no conozco en carne mortal: "Si con alguien estoy en deuda es con el profesor Francisco García Pérez, cuya fabulosa y crucial tesis doctoral sobre Benet me espoleó a escribir, me sirvió de ayuda y me unió a la modesta legión de entusiastas de la vida y la obra de JB". O sea, Benet sigue vivo en la generación que me sigue.

Casi semejante. El libro de Maldonado recorre, sí, la vida y la obra benetianas. Una excelente introducción al autor, escrita "con admiración y pleitesía", militante, con fervor "por su anormalidad, por su heterodoxia y por su supremacía intelectual y literaria". Pero se apoya también en dos patas muy sugestivas. Por una parte, una memoria personal del propio Maldonado: su familia, su formación, la escritura? Por otra, una encendida diatriba contra la nimiedad y falta de sustancia de tanta narrativa actual, "la vacuidad reinante hoy". Con abundantes y oportunas citas y no pocos flases de Benet y material gráfico, alza Maldonado la voz: "JB impresiona en un mundo en el que ya se considera autores literarios a escritores de una pobreza y mediocridad alarmantes". Su empeño es "reivindicar una literatura alta y poderosa en estos momentos tan bajos en cuanto al estilo y grandeza en las letras españolas". Hasta imagina un Benet admonitorio ("Sabed que hubo un tiempo -quizá fugaz y quimérico? en el que los hombres?", página 212) que aún hoy advierte a la memez reinante del propósito regionato que lo animó a escribir: sin altura de dicción y de pensamiento, todo es futilidad. Son esos tintes imaginarios, novelescos con que Maldonado se adorna (página 157, por ejemplo), imposible de sustraerse a su condición de narrador. Libro, pues, informativo, reivindicativo, polémico y ameno. Benet vive, mal que a tantos pese.

Y tan vivo está Juan Benet que los errores vertidos sobre sus obras ya van tomando carta de verdad, convertidos en posverdad, en trola. Así, en una crítica en "Babelia" a esta obra de Maldonado, la autora de la misma se refiere al Bierzo como "el espacio del que procede su imaginaria Región, epicentro de su obra" [de Benet], y remata diciendo: "Y es que no basta con haberse leído la obra de un escritor para estar al cabo de la calle". En efecto, no basta: y menos si se lee mal. Si tal crítica firmante hubiera leído bien la obra de Benet, sabría que Región no procede del Bierzo, ni mucho menos. Lo explico en mi meditación benetiana. Y lo expliqué en mis Crónicas de El Bierzo, ya en 1981. Que de ambas cosas un poco sé.

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