Después de superar la inicial perplejidad que le ocasiona su fallecimiento accidental, Anselmo Paredes comprueba que la vida no acaba con la muerte sino que continúa sin interrupción en otra dimensión en la cual las almas siguen evolucionando espiritualmente. Aunque su deseo inicial es regresar a Cáceres y retomar su existencia como minero en Aldea Moret, Anselmo comienza en ese otro plano un viaje iniciático que le permitirá conocer y desarrollar sus auténticas potencialidades, insospechadas por él mientras vivía en la Tierra.